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domingo, 11 de octubre de 2009

Uribe, el interdicto


El Estado es interdicto tanto en el neoliberalismo, que lo reduce a mirar abusos desde lejos, como en el burocratismo que lo convierte en monstruo arrogante y usurpador, que destruye lo privado, no obtiene lo social y concluye en su propia ruina”

ALVARO URIBE VELEZ


Con estas palabras Álvaro Uribe Vélez daba inicio a su segundo periodo constitucional como presidente de los colombianos. Con el término interdicto daba a entender la imposibilidad que tiene el Estado colombiano de dirigir su propio destino económico, social o político ante el embiste de un neoliberalismo que impide la libre determinación de los pueblos y las naciones. Si el Estado no pude asumir las riendas de su propio destino es un interdicto que necesita la mano regia de un guía que lo conduzca hacia el fin deseado. Para el neoliberalismo, bien sabido es por todos, únicamente cuenta la fría estadística de unas cifras que regulan el mercado sin que en ellas se enmarquen los progresos sociales de los pueblos o comunidades que lo sufren y padecen. Interdicto entonces el Jefe de Estado que debe limitarse a cumplir mandamientos y ordenes de una cúpula financiera, económica y comercial que rebosa las fronteras patrias limitándose al simple hecho de ser un mandadero de los capitalistas de turno. Nada importa para el neoliberalismo la injusticia social, la inequidad económica o la desigualdad, esa es su esencia y en ella se sostiene. Y el Estado es interdicto en cuanto entiende estas diferencias pero se ve abocado a perpetuarlas por cuanto no puede imponer sus criterios para restituir los derechos a los ciudadanos, limitándose a mirar desde lejos, como ajeno a su propia realidad, los abusos a los cuales se somete a su propia población.

En cuanto a lo burocrático reconoce Álvaro Uribe Vélez el poder de unas castas que se han apoderado del Estado colombiano impidiendo la participación democrática y comunitaria. Burocracia que mueve los hilos del sistema económico a su antojo y siempre acorde con los fines y principios de la ideología neoliberal que multiplica la miseria entre los de abajo y divide equitativamente la riqueza entre los de arriba. Monstruo arrogante y usurpador que no permite la aplicación de la justicia ni tiene en cuenta las necesidades de quienes sufren el rigor del hambre, la pobreza o la simple falta de oportunidades de acceso a la educación, la salud o la vivienda. Burocracia que destruye la escasa participación de los pequeños empresarios fomentando siempre la disparidad entre los grandes capitales y las pequeñas rentas del hombre que con grandes esfuerzos ha logrado amasar un pequeño y exiguo capital. Burocracia que se ceba y perpetúa en los altos cargos oficiales ignorando lo social y conduciéndonos a todos hacia nuestra propia ruina.

Y a esas dos grandes fuerzas históricas y estatales se hace necesario agregarle una tercera: la incapacidad de un Jefe de Estado para asumir la responsabilidad de sus propios actos. Interdicción que se puede resumir en la tan lacónica frase escuchada una y otra vez por los colombianos: “No estaba enterado de eso...”. Y ocurren hechos lamentables siempre a espaldas del Jefe de Estado: asesinatos extrajudiciales, interceptaciones a miembros de la oposición política, pactos y acuerdos con miembros al margen de la ley que apoyaron su campaña política, otorgamiento de subsidios a familias ricas y pudientes, nombramientos en altas dignidades a personajes comprometidos con asesinatos y desplazamientos, entradas a palacio de jefes paramilitares, entrega de notarias y entidades estatales a cambio de votos para aprobar reformas constitucionales, apoyo de políticos corruptos, legalización y constitución de zonas francas ex tempore, existencia de pirámides en medio país y un cúmulo de etcéteras que son de dominio publico.

Si el Estado puede considerarse interdicto ante la irrupción de potencias superiores que le impiden determinar su propio destino, un jefe de Estado puede considerarse igualmente interdicto cuando desconoce hechos de tal magnitud y se limita a simples pronunciamientos cuando la fuerza de los acontecimientos lo obligan. Y se es interdicto cuando no se es responsable de sus propios actos, cuando se permite la violación de elementales derechos aduciendo siempre ignorar o desconocer su misma existencia. Un simple ejemplo: Agro Ingreso seguro –AIS-, programa bandera del gobierno, que otorgó subsidios no reembolsables a familias pudientes y acaudaladas, a corredores de bolsa, citadinos sin tierra y empresarios y banqueros que nada aportan al agro colombiano. Miles de millones de pesos embolatados en el bolsillo de cuatro o cinco familias (a cuatro familias se les otorgaron más de veinticinco mil millones de pesos), mientras al campesino pobre se le niega la gracia de uno o dos millones para reponerse de las inclemencias del clima que arruinaron su cosecha. Y el presidente ¡!!no sabía!!! y únicamente se entera cuando los medios de comunicación lo divulgan ante la opinión pública. Interdicto es aquel que siendo irresponsable de sus propios actos también permite que se lesione el interés de otro, en este caso del pueblo colombiano.

Así las cosas me permito sugerir, muy respetuosamente que se estudie la posibilidad de declarar interdicto a Álvaro Uribe Vélez, quien nada sabe de cuanto ocurre en el país, o si lo sabe ya es cuando los hechos se han consumado. Pareciera que mira los abusos desde lejos sometiéndose al dictamen imperioso de una burocracia que está destruyendo lo privado, acaba lo social y concluye en su propia miseria.

Autor: PABLO EMILIO OBANDO ACOSTA

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