He venido a otro día fuera del tiempo, para encontrarme en un lugar familiar, sin poderme sentir familiarizado conmigo mismo nuevamente. Ya no sucede y quizás yo mismo me he expuesto a olvidarme demasiado rápido, de totazo, para evitar el apego al nombre y a su aparente identidad, su sujeto.
Tan lejos, tan lejos de la inmensidad... (grande eras Leo Dan)
Al menos tomando distancia de éste mundo material, contagioso, cansado y pesimista. Lejos de la distancia y sus colores manipulados, aunque tenga que sentir cada espinazo en la carótida, con el deseo del nombre y su sujeto, por vivir el mundano y exquisito sabor del demonio, en una mujer o en el regalo de Dionisio.
Gajes del oficio y del placer de cumplir un propósito olvidado pero inevitable.
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