La estadística y la probabilidad son algo más que prácticas milenarias. Por lo menos, son algo más que dos simples asignaturas de las proclamadas ciencias exactas, o materias incomprendidas y perdidas en su rigurosa y mamerta forma de ser estudiadas. Si las escuelas supieran que el individuo aprende sólo cuando desea, sabría encontrar la motivación por el estudio, en vez de imponer currículums que se limitan a fusilar al inferior estudiante con lenguajes y símbolos vacios, o peor aún, ambiguos.
La estadística y la probabilidad, son rangos que hemos estructurado y transformado en escalas geométricas y algebraicas, pese a la ignorante forma como rendimos tributos a una simple representación de nuestra conciencia. En otras palabras, recordemos que en cualquier onda de energia podemos crear rangos sincronizados colectivamente, que nos permiten construir un lenguaje común, distancias y mediciones innumerables en cientos de lenguajes y símbolos. Si ampliamos el objetivo de la estadística y la probabilidad, más allá de los pensums universitarios y el sistema de medición promovido y enseñado por lo que llamamos occidente, podríamos comprender el vacio que términos como "destino" o "azar" dejan en nuestra experiencia de vida.
Podriamos utilizar el conocimiento del universo como inspiración de la voluntad colectiva que comprende y reune al destino y al azar, les da sentido y representación.
La estadística y la probabilidad, desde ésta poco ortodoxa forma de acercarse a su estudio, me dicen que más tarde que temprano, dejaremos atrás éstos símbolos, nuestras particulares mediciones y articulaciones del lenguaje, para dar paso a la intuición y a un pulso equilibrado de nuestro viaje en la tierra.
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