La estadística y la probabilidad son algo más que prácticas milenarias. Por lo menos, son algo más que dos simples asignaturas de las proclamadas ciencias exactas, o materias incomprendidas y perdidas en su rigurosa y mamerta forma de ser estudiadas. Si las escuelas supieran que el individuo aprende sólo cuando desea, sabría encontrar la motivación por el estudio, en vez de imponer currículums que se limitan a fusilar al inferior estudiante con lenguajes y...