Acerca del libro "La Carroza de Bolívar".
Con dificultad Evelio Rosero va a poder quedarse callado. Así como le gusta, resguardado en su casa, en su sitio de escritura, sin preguntas de periodistas ni luces de cámaras. Con dificultad, porque con su nueva novela, La carroza de Bolívar, será mucho lo que van a preguntarle.
Y él, a hablar.
Llevaba cuatro años sin una novela nueva y ahora el autor bogotano aparece con una historia que desmitifica al héroe que llevamos en la memoria, al "mal llamado Libertador", como se lee en una de las páginas del libro. "Desde hace muchos años quería tratar la figura de Bolívar, su paso por el sur de Colombia y, sobre todo, su derrota en la batalla de Bomboná, la Navidad Negra de 1822, en Pasto, y la masacre de Ibarra", explica Rosero, quien, a despecho de su timidez, estará en el Hay Festival, el sábado, hablando de su obra.
A diferencia de otros tantos colegas suyos, Rosero ha querido que su novela sea la conocida y no él. Lo ha logrado. Muchos ya tienen dentro de sus lecturas libros maravillosos como Los ejércitos -Premio Tusquets 2007-, que narra, con la delicadeza de su prosa, con esa atmósfera onírica tan suya, la vida de gente anónima en medio de este fuego cruzado que es la historia del país. Ese libro marcó un antes y un después en el conocimiento de la obra de Evelio Rosero tanto en Colombia como en el exterior. Pero ahora, con La carroza de Bolívar, parece haber llegado al punto de su obra más ambiciosa.
Aquí se mete con Bolívar. Con Bolívar y sus excesos, Bolívar y sus equivocaciones. Y lo hace poniendo como escenario a Pasto, ciudad donde nacieron sus padres y donde él se crió hasta adolescente. Muchas de las historias que narra en la novela, él las oyó desde que era niño, "en conversaciones esporádicas que escuché de mis mayores, y la imprecación de un anciano, en Pasto, después de mencionar y recordar a Bolívar".
Rosero cuenta que en la memoria de Pasto subsiste aún "el horrible paso de Bolívar por su territorio. ¿Cómo olvidarlo? Yo soy un escritor, y los escritores tenemos que ver sobre todo con la memoria". Por eso el tema se le quedó grabado. Durante un tiempo estuvo dormido, pero cuando vivió en París, paradójicamente, empezó a interesarse por la historia del país.
Leyó entonces varios autores que se referían a la vida de Bolívar, aún sin llegar al nombre que años después sería la base para su novela: el historiador nariñense José Rafael Sañudo, autor de los controvertidos Estudios sobre la vida de Bolívar, editados en 1925, que plantean una visión de las acciones de Simón Bolívar bastante lejanas a las de un valiente y justo libertador.
"Tuve varias lecturas de Sañudo -dice Rosero-. La primera fue de desconcierto y de incredulidad. Luego comprobé que Sañudo corrobora lo que la memoria del pueblo grita, de generación en generación. Su trabajo está cimentado en documentos y testimonios de gente que luchó con Bolívar. No es un historiador dedicado, como tantos otros, a excusar los gravísimos hechos de Bolívar. Por eso, el mundo le cayó encima, pero nadie ha podido desvirtuar su obra".
Para Rosero, la historia oficial -esa que la mayoría conoce- es una fábula de tontos y para tontos. Por encima de Bolívar, afirma, habría que rescatar a los verdaderos héroes, "como Nariño, Sucre, Piar, Córdoba, o a Agustín Agualongo (de quien había intentado sin éxito hacer una novela), todos con más méritos que el propio Bolívar". Es una posición. La suya. Y parece estar listo para el debate.
Como siempre en las obras de Evelio Rosero, la estructura en La carroza de Bolívar está tan trabajada que el resultado es un ensamble exacto. Esta vez la novela se sitúa en 1966 (año de la llegada de Rosero a Pasto, con 8 años) y tiene a un médico ginecólogo, Justo Pastor Proceso, como uno de sus personajes principales.
En medio de asuntos personales, de infidelidades sobre todo, el ginecólogo se empeña en develar la que para él es la verdadera faceta ruin de Bolívar. Llegará la fecha del Carnaval de Negros y Blancos, fiesta central en la ciudad nariñense, y aparecerá la idea de hacer una carroza burlándose del Libertador. Entran ahí más personajes en acción, unos a favor, otros en contra del reconocido héroe.
"El gran reto para mi obra era llevar toda la información histórica al plano literario -explica el autor-. Al fin y al cabo, estaba escribiendo una novela, no un ensayo histórico, o un pasquín, o un libelo".
Además de su interés por Bolívar, se sumó el de escribir sobre el Carnaval de Negros y Blancos, un tema al que Rosero también se había acercado en obras anteriores, como Las muertes de fiesta, pero -según él- sin buenos resultados. Por eso se sentía con una suerte de "derrota literaria": la de escribir sobre Agualongo, por un lado, y sobre el carnaval, por otro. "Ambas derrotas me sirvieron para finalmente apuntalar la trama de La carroza de Bolívar".
La novela narra de forma paralela la historia de carnavales (en el 66) y la de Bolívar "y sus desmanes" en 1822. Son los personajes quienes se encargan de entrelazar los dos argumentos, personajes con fuerza y credibilidad, algo sombríos, como siempre pasa con Rosero. Si bien él acepta que no se divierte escribiendo, sí reconoce que entre sus personajes se siente como pez en el agua. "Soy un escritor que trabaja con base en la imaginación. Por eso, atenerme a la historia y a lo que de verdad ocurrió fue difícil.
Pero me impuse ese orden: primero la historia y lo que sucedió, después la ficción". Pero los personajes del libro, ¿son de verdad ficción? "Creo que no. Se mueven y respiran en los carnavales de Pasto, desde que el carnaval empezó".
Cuando el lector se encuentre con La carroza de Bolívar sentirá una conexión natural con las obras anteriores de Rosero, sobre todo con las dos anteriores novelas: En el lejero y Los ejércitos. Ahí está el país. Con su particular manera.
"Podría decir que el mundo temático de la última, Bolívar, la Independencia, es la causa del mundo de las dos primeras, el secuestro, la lucha fratricida", dice el autor, que durante varios años estuvo concentrado en crear literatura para niños (aunque tampoco a la manera clásica de historias de hadas: los suyos eran niños como en verdad son, un tanto crueles, también tiernos).
Después de esta última etapa, Rosero dice que no quisiera volver más a escribir del país, que tal vez quisiera revivir la etapa de literatura infantil, aunque ya perdió esa alegría. "La literatura para niños es libertad pura. El país no. Mis obras para niños se han reeditado, para mi suerte, y gracias a ellas pude sobrevivir y escribir mis novelas".
La carroza de Bolívar empezó a escribirla en el 2008, justo después de recibir por parte de la crítica nacional e internacional los mejores elogios por Los ejércitos (que también obtuvo el Foreign Fiction Prize). La acabó el año pasado y -con un poco de ese humor que aparece en sus libros- dice que hubiera querido tenerla lista para el 2010, fecha en que se cumplían los 200 años de Independencia en el país, "pero así no lo quiso la literatura...".
Rosero se concentra en la escritura. Sabe cuándo empieza un libro, pero no cuándo termina. "La escritura es una necesidad para mí, pero también un esfuerzo permanente, doloroso".
El tema de este nuevo libro puede causar polémica. Él lo sabe, pero confiesa que no ha sido su propósito causar líos ni resquemores. "Yo invito a una reflexión sobre nuestro pasado, y estoy dispuesto a oír cualquier otra reflexión, por más opuesta que sea. Solo de ese modo, escuchándonos, podremos lograr algo distinto a lo que ahora vivimos", concluye Evelio Rosero, que confiesa no tener un libro en ciernes. Por ahora está dedicado a la felicidad de leer.
María Paulina Ortiz
Redacción EL TIEMPO
Redacción EL TIEMPO
2 fuerzas alrededor:
habra alguna version digital?? !!
Increible, novela. No solamente rica y amena literariamente, sino también por dejarnos provocados a los lectores de un poco de historia, esa historia del lado B, que siempre queda escondida.
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