Fuente: blog Kyenyke
Es un hombre que a la luz de las pruebas judiciales ha transitado con demasiada facilidad entre la delgada línea de la legalidad y la ilegalidad. Al tiempo que asesoraba a varias instituciones del Estado, José Miguel Narváez mantenía, presuntamente, alianzas con paramilitares desde 1996. Ha llevado, entonces, una doble vida.
Es un hombre que a la luz de las pruebas judiciales ha transitado con demasiada facilidad entre la delgada línea de la legalidad y la ilegalidad. Al tiempo que asesoraba a varias instituciones del Estado, José Miguel Narváez mantenía, presuntamente, alianzas con paramilitares desde 1996. Ha llevado, entonces, una doble vida.
Fue asesor de las Fuerzas Militares, del Ministerio de defensa, del DAS y de entidades privadas como Fedegan. Mientras fungía de asesor del general Rito Alejo del Río, ex comandante de la Brigada XVII con sede en Carepa (Antioquia), mantenía una activa relación con la cúpula de las Auc, que por entonces estaban en plena guerra y lejos de pensar en desmovilizarse.
Se sabe de reuniones suyas con el ex jefe paramilitar Diego Fernando Murillo,‘Don Berna’, quien este lunes entregó una declaración a la Fiscalía desde la cárcel de Miami, donde se encuentra cumpliendo su pena. Dijo que Narváez llegó al seno de las Auc con la propuesta de asesinar al humorista Jaime Garzón, a quien consideraba miembro de la guerrilla. También se ha dicho que instigó el asesinato del político de izquierda Manuel Cepeda Vargas y el secuestro de Piedad Córdoba. Garzón y Cepeda terminaron asesinados, y Córdoba fue secuestrada por orden de Carlos Castaño.
Narváez es un hombre obsesivo, meticuloso y muy desconfiado. Tiene una disciplina intelectual única que lo obliga a leer muchos libros en corto tiempo. Quizás cultivó esa habilidad en las épocas en que estudió Administración de Empresas en la Universidad Javeriana. Esa formación le sirvió para montar también una fábrica de medias infantiles en Bogotá, mientras aprendía empíricamente sobre seguridad nacional.
José Miguel Narváez le habría pedido a Carlos Castaño que asesinara a Piedad Córdoba a Manuel Cepeda y a Jaime Garzón porque consideraba que eran guerrilleros activos.
Fue ese conocimiento el que lo llevó a convertirse en un respetado conferencista que recorría universidades, instituciones y escuelas de inteligencia del país. Un día de 2001, cuando apenas despegaba la campaña a la Presidencia de Álvaro Uribe, Narváez coincidió con el candidato en una charla en Cali. Uribe quedó impresionado con el discurso de Narváez sobre las Farc y la seguridad del país. Esto puede explicar su presencia como asesor del Ministerio de Defensa de la primera ministra Martha Lucía Ramírez, desde que se inicio la implementación de la estrategia de seguridad democrática en el gobierno de Uribe.
Fue el subdirector del DAS durante la dirección del polémico Jorge Noguera, quien se encuentra detenido por presuntas relaciones con los grupos paramilitares y por el asesinato de líderes sindicales. También trabajó como consultor del Fondo Nacional para la Defensa de la Libertad (Fondelibertad). Lo mismo ocurrió en la Federación de Ganaderos (Fedegan) donde fue contratado por el entonces presidente de esa entidad Jorge Visbal Martelo, para capacitar a los ganaderos en estrategias defensa contra los abusos de la guerrilla.
Radical en sus ideas, difícilmente deja espacio para la controversia o la discusión. Siempre tiene la razón. Periodistas que le han hecho seguimiento en los últimos años recuerdan haber hablado con alumnos de Narváez en la Escuela Superior de Guerra, donde dictaba cátedra como profesor invitado, a donde llegaba con tulas repletas de libros sobre ‘doctrina y sicología de guerra’. Era, según ellos, su pasión. Otros textos apuntaban a utilizar la información como táctica para desacreditar a los opositores.
Tal vez por eso, entre junio y octubre de 2005 formó parte del denominado grupo G-3, aquel que fue utilizado para hacer seguimientos ilegales a magistrados, periodistas y dirigentes políticos contrarios al gobierno de Álvaro Uribe. Actividades ilegales que lo llevaron preso en 2009. Hoy continúa detenido.
Las declaraciones de Salvatore Mancuso, Diego Fernando Murillo, ‘Don Berna’ e Iván Laverde ‘El Iguano’, tienen contra la pared al ex subdirector del DAS.
La Fiscalía ha recibido declaraciones de jefes paramilitares como Diego Fernando Murillo, ‘Don Berna’ e Iván Laverde, ‘El Iguano’, quienes han ilustrado ampliamente la manera como operaba Narváez en las Auc. También lo hizo el propio Salvatore Mancuso, quien ha descrito la manera como éste, entre 1996 y 1998, asistió a campamentos de esa organización para compartir sus conocimientos entre los mandos sobre adoctrinamiento ideológico. Mancuso ha dicho que él mismo lo mandaba a recoger en el aeropuerto de Montería para llevarlo a los sitios donde cumplía con estas actividades. Y lo hacía por convicción y no por dinero, porque se sentía identificado con la organización ilegal.
Narváez ha negado sucesivamente cuanto señalamiento ha salido en su contra. Pero muchas de las pruebas que obran en los expedientes lo ponen en una situación difícil. Secuestro, homicidios, asesoría a paramilitares y seguimientos a servidores oficiales, políticos y periodistas, son los fantasmas que lo persiguen. No son acusaciones de poca monta. Pero quizá el último señalamiento de la Fiscalía, como determinador del crimen del humorista Jaime Garzón, puede ser el que más pese en sus espaldas.
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