Selección de artículos, ensayos y documentales alternativos para quienes buscan la verdad más allá de la televisión y los medios de información oficiales!

El fín del "Fin de la Historia"

Consecuencias e impacto de los movimientos de indignación del 2011.

Moloch, o la sociedad industrializada en la poesía de Ginsberg

También la segunda parte de Aullido, poema de Moloch, narrado por Ginsberg para la BBC en 1964

El síndrome de Hecatón y la religión del capital

Extracto del libro "Política del Rebelde: Tratado de resistencia e insumisión" escrito por el filósofo Michael Onfray.

Cultura, por William Ospina

Los mandatarios sólo deberían hacer lo que les mandemos. Pero ellos saben bien que, para ponerlos en su sitio, nada nos hace tanta falta como la cultura que nos recortan.

11 Principios de la propaganda moderna.

Principio de la exagera­ción y desfigura­ción: Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave. Joseph Goebbels

viernes, 30 de diciembre de 2011

Los 'Indignados', uno de los fenómenos más llamativos del 2011

Artículo de Moises Naim. ¿Recuerda la foto de un hombre sin más protección que su camisa blanca, de pie, frente a un tanque de guerra que avanza hacia él en la plaza de Tiananmen, en Pekín? Fue en 1989, cuando miles de jóvenes chinos 'indignados' contra el Gobierno se tomaron esa plaza. Sus protestas no tuvieron mayores consecuencias en términos de transformar el régimen.

Piense ahora en las imágenes de estos tiempos que nos llegan de la plaza Tahrir, en El Cairo. Lo mismo, miles de indignados en la calle, protestando. O las de la Puerta del Sol, en Madrid. O las de Ocupa Wall Street. O las de las 2.600 ciudades donde hoy hay campamentos similares de 'indignados'. Todo parece lo mismo. Es difícil saber si las imágenes que vemos nos llegan de Madrid, Nueva York, Tel Aviv o Kuala Lumpur.
Pero no es lo mismo. Los de Tahrir derrocaron a un dictador que llevaba décadas gobernando su país con mano de hierro. Los 'indignados' de la Puerta del Sol o de Wall Street no han tenido mayores consecuencias en términos de cambiar cosas. Por ahora...

Así, uno de los fenómenos más notorios del 2011 fueron las movilizaciones que se vieron en decenas de países, quizás con más frecuencia que nunca, y que llevaron a cientos de miles -quizás a millones- de personas a expresar sus opiniones en la plaza pública.

Pero si bien todas las manifestaciones se parecen, cuando se reducen a una fotografía o a una toma rápida que aparece en la televisión, vale la pena tener varias cosas en cuenta. Lo primero es reconocer que los focos de descontento social son muy diferentes. Lo que impulsa a la gente a la calle en Wall Street es diferente a lo que lo pasa en Chile o en el norte de África. Puede haber fuerzas parecidas, pero no se puede decir que estamos frente a un fenómeno idéntico. 

En términos generales, hay tres grandes categorías: la primera tiene que ver con una clase media que ha recibido muchos golpes por las crisis económicas y que quiere defender sus estándares de bienestar. Es lo que está pasando en España, Estados Unidos, Israel, Irlanda o Grecia. Se trata de gente que pide aumentar la cobertura y la infraestructura vital, y que cuando llega a las calles es porque se dio cuenta de que el desempleo, la mala situación económica, los recortes del gasto público y la falta de inversión atentan contra esa calidad de vida que tenían.

La segunda es la clase media en ascenso en países pobres, que ya constató que tiene posibilidades de mejorar, que hay promesas que no le han sido cumplidas y que quiere más. Millones de personas que hace unos pocos años estaban en situación de pobreza, y que gracias al auge económico y al aumento del empleo han logrado salir de ella.

También, hay un número inmenso de ciudadanos que ahora tienen acceso a servicios públicos que antes no tenían, como hospitales, agua potable, vivienda o educación. Lo que quieren ahora no es solo agua, sino que esta salga limpia. No solo una escuela o universidad, sino que la enseñanza sea buena y barata. No solo que haya un edificio lleno de doctores ataviados con batas blancas, sino que cuando los atiendan, les curen sus enfermedades. 

El tercer grupo es la población que ya no acepta ser oprimida por un tirano, y eso es lo que sucede en los países árabes.

Los nuevos héroes

Hay casos de verdaderos héroes anónimos que saben que van a morir e igual salen a protestar porque quieren un cambio genuino en su país. Son los luchadores por la libertad de Siria o Yemen que son ametrallados u hostigados por el Gobierno.
¿Qué tienen en común? La primera sorpresa es lo espontáneos que son. Otra es que no hay jefe. Ninguna de estas organizaciones tiene un personaje icónico, permanente, identificable. Hay unos que adquieren más visibilidad mediática que otros, pero en general no hay un líder claro. No son organizaciones verticales, estructuradas. Tienen un sistema de toma de decisiones nebuloso, difícil de aprehender.

Por otra parte, suponer que lo sucedido ha ocurrido simplemente con base en Twitter y Facebook es un enorme error. Las redes sociales son importantísimas, han ayudado a reclutar, coordinar, motivar, a recaudar fondos y organizar a grupos diversos, desde la plaza Tahrir hasta la de Bolívar en Bogotá. Pero hay que tener mucho cuidado en creer que eso es lo fundamental y que es la verdadera causa, pues sería muy miope.

Todo lo anterior muestra que hay profundas transformaciones en la relación entre gobernados y gobernantes, entre pueblo y gobierno, empleados y empleadores, consumidores y empresas, militares y sociedad civil, medios de comunicación y consumidores de información, estudiantes y profesores, esposos y esposas, padres e hijos. Es difícil sacar conclusiones por ahora, pero sin duda es un proceso diferente y profundo que aún no entendemos bien.

No es un problema de díscolos

De otro lado, hay mensajes que vale la pena escuchar. Los partidos políticos, por ejemplo, se tienen que preguntar por qué les cuesta tanto reclutar jóvenes. Si a una persona de 20 años se le invita a formar parte de una organización política, la mayoría se lleva el pañuelo a la nariz.

¿Por qué las empresas privadas son vistas como un 'mal necesario' en vez de un potencial -y muy potente- instrumento de progreso para sus empleados, proveedores y clientes? Demonizar o defender a ultranza los partidos políticos o las empresas privadas no es un ejercicio útil. Hay que entender qué tienen que no está funcionando y que ya no es aceptable.

De hecho, uno de los errores más importantes que pueden cometer políticos o empresarios en estos días es suponer que lo que está pasando es un problema simplemente de jóvenes díscolos, hippies confundidos que no tienen mucho que hacer y que promueven ideas que no tienen mucho sentido. Que lo mejor es ignorarlos, y que irán desapareciendo. Puede ser. Pero puede ser que estos movimientos estén reflejando demandas más sentidas y permanentes y que si bien sus estridentes acciones en la calle pueden ir "pasando de moda," sus quejas, aspiraciones y reclamos -la desigualdad, la injusticia, la falta de dignidad- seguirán estando muy presentes. Pensar que estas son quejas vagas y pasajeras es una equivocación que puede conducir a cometer graves errores.

Otra cosa que está sucediendo es que hoy todos sabemos más. Y los más poderosos deben estar muy alerta al hecho de que todos tenemos mecanismos mucho más sensibles para detectar las mentiras. En estos días, es más difícil engañar a la gente que antes. Aún se puede, pero no tanto ni tan impunemente como solía hacerse en el pasado. La transparencia se ha instalado para quedarse. Todo se termina sabiendo, y hay una especial intolerancia hacia quienes pronuncian discursos que no son creíbles.

Los ciudadanos sabemos detectar de qué se nos está hablando y, además, hemos aprendido a leer los subtítulos de los discursos y promesas, y sabemos qué es lo que realmente nos quieren decir. Ha aparecido una refrescante hipersensibilidad a la mentira y a la falta de sinceridad.

En las manifestaciones que hemos visto en el mundo hay una nueva y furibunda alergia a la falsedad. También, una iracunda intolerancia hacia la desigualdad. Y ojalá que nada de esto pase de moda.

La sociedad cambia

Hay profundas transformaciones en la relación entre gobernados y gobernantes, pueblo y gobierno, consumidores y empresas. Es un proceso que, sin duda, no entendemos bien.

Lo mismo, pero no igual

Los 'indignados' tumbaron a los dictadores de Egipto y Túnez, fueron el preámbulo del alzamiento contra Gadafi en Libia, acosan a Al Assad en Siria, torpedearon la visita del Papa a Madrid, pusieron contra las cuerdas al chileno Piñera... Pero todos son diferentes.



Moisés Naim
Analista
@moisesnaim

sábado, 24 de diciembre de 2011

Hasta dos premios Nobel de Economía piden que se meta en la cárcel a los banqueros

EL GRAN CASINO EUROPEO - Corto video



Economistas como Joseph Stiglitz y George Akelof vienen diciendo durante los últimos meses y en repetidas ocasiones que “es imposible resolver la crisis económica sin que los criminales que cometieron el fraude estén en la cárcel”.El Nobel de economía George Akerlof ha criticado que no se castigue a los delincuentes de cuello blanco y que se facilite con las nuevas medidas económicas las condiciones para comenter este tipo de delitos, lo que provocará mayor destrucción de la economía en el futuro.

El también Nobel de Economía Joseph Stiglitz denuncia que el sistema está diseñado para fomentar ese tipo de cosas, y que las personas que han tenido la mayor responsabilidad en la situación actual no están siendo sancionados, y aunque se les multara con un 5% o 10% de las ganancias que han obtenido, seguirían viviendo en sus lujosas casas y con sus cientos de millones de dólares.

“El sistema está diseñado para que si te pillan, la multa sea sólo un número muy pequeño comparado con el fraude cometido. Es como una multa de aparcamiento, a veces tomas la decisión de aparcar en un sitio a sabiendas de que podrían ponerte una multa”, señala el premio Nobel, que asegura que habría que meter a muchos de los responsables en la cárcel”.

“¿Vamos a confiar en quienes nos metieron en esta situación para sacarnos de ella? Ellos reconocen que no han hecho bien las cosas pero que su comprensión de la situación es buena. Si creen esto, estamos en un lío, lo siento”

fuente: Attacmadrid

viernes, 23 de diciembre de 2011

Bienvenido a Puerto Gaitán

Bienvenidos a Puerto Gaitán from Defensa de Territorios on Vimeo.

A lado y lado de las trochas había hatos de llaneros viejos que poco a poco se fueron transformando en ranchos comprados por don Víctor Carranza, don Leónidas Vargas y otros sujetos conocidos en el país y en el exterior. Durante una época los paramilitares hacían retenes a lo largo de la carretera hacia Puerto Carreño. En la Cristalina había un comando permanente que cubría todo lo que hoy es el campo petrolero de la Pacific Rubiales Energy, de donde la petrolera saca hoy 250.000 barriles diarios de crudo, la cuarta parte de lo que el país produce. Es una empresa poderosa y bien cotizada, la niña consentida del Gobierno, que explota con la misma voracidad el petróleo que la mano de obra, por medio de una red infinita de subcontratistas —y de subcontratistas de los subcontratistas—.

Por eso los 12.700 obreros que trabajan para unos y otros hacen cuentas de los 15 millones de dólares diarios que le entran y lo que se les paga día a día, y la cuenta no les da. La situación en que viven y trabajan es simplemente miserable y agobiante. Viven en carpas como si fueran refugiados de guerra en Afganistán —15, 20 o 40 personas por carpa—; tienen acceso a unas pocas baterías sanitarias —las colas para hacer popó son largas y angustiantes—; deben hacer fila también para el catering —el inglés es el idioma en las instalaciones—; cuadrillas de seguridad de la empresa integradas por exoficiales o exsuboficiales del Ejército, la Policía o el DAS les vigilan cada movimiento y cualquier irregularidad es denunciada a la Fuerza Pública siempre alerta y dispuesta a intervenir a favor de los intereses superiores de la patria.

La seguridad social es de hecho inexistente. Las enfermerías no dan abasto porque las condiciones de hacinamiento multiplican cualquier infección en minutos. La tensión a que son sometidos los trabajadores hace que los conflictos internos conviertan los campamentos en infiernos chiquitos. Los obreros son contratados por las intermediarias por 21 días de trabajo y siete de descanso, pero no siempre un contrato sigue a otro; se pueden interrumpir por uno o dos meses, de tal forma que se rompa la continuidad laboral. Las firmas subcontratistas y sus ramificaciones cubren todos los frentes de trabajo, desde el transporte de contenedores donde viven los ingenieros, hasta la operación de taladros con punta de diamante, pasando por todo lo menudo y sucio que supone una explotación de tal magnitud. Sobra decir que el trabajo está cuidadosamente dividido para impedir "masas laborales" que puedan organizar sindicatos o protestas y cada actividad controlada por un capataz brutal al que le pagan según resultados. Las horas extras han desaparecido a favor de bonos, que, claro, son negociados con el superintendente. Las compañías que seleccionan el personal poseen un enorme poder y suelen estar manejadas por políticos locales que hacen de los trabajadores enganchados y de sus familias verdaderos secuestrados electorales.

La petrolera ha interrumpido no sólo los flujos de agua de las sabanas y los bajos, sino los caminos vecinales y servidumbres de los colonos y vaqueros sin que éstos puedan interponer la queja porque no hay autoridad local que se le enfrente a la compañía; los comerciantes de Puerto Gaitán, Puerto López y Villavicencio, interesados en abastecer a las compañías, no se atreven a decir ni mu porque las sanciones caen encima del traidor como moscas en boñiga. Total: el despotismo absoluto contra obreros, colonos y comerciantes, sin que exista un mecanismo que pueda denunciar las arbitrariedades.

Por eso ha pasado lo que ha pasado: una protesta airada que no tardó en ser sofocada violentamente por los llamados organismos de seguridad del Estado, que no lo son en realidad, ya que la Rubiales tiene poder sobre el Gobierno. En julio pasado se presentó la primera ocasión para un acuerdo laboral. Pero cuando se calmaron los ánimos botaron a la sabana a 600 trabajadores que la seguridad de la empresa tenía fichados y al mismo tiempo los patronos se levantaron de la mesa. Entonces se escribió el segundo capítulo que conocemos: helicópteros disparando bombas lacrimógenas, bombas de estruendo y balas de goma contra los obreros. El paro se levantó el jueves pasado. Veremos si llegamos a diciembre sin que la partitura de la empresa se repita y de nuevo deba salir el intrépido general Palomino a garantizar el orden. (por Alfredo Molano)

domingo, 18 de diciembre de 2011

Carta al Dinero: Activismo para la navidad y para terminar tu relación con el dinero!

"Querido Dinero
no te voy a mentir,
conocí a alguien nuevo.
Se llama Economía Basada en Recursos
y quiero pasar mi futuro con ella.
Tú y yo pasamos juntos por buenos tiempos
pero últimamente ya no funcionaba.
Las peleas constantes
todas las cosas que hice por tí
y nunca te preocuparon mis necesidades.
Lamento que tengamos que terminar así
pero es hora de avanzar para los dos.
Por favor, no me llames.
Tierra
En éstas épocas donde el dinero es tan apreciado y es la base del consumo gigante de recursos naturales, justificados en mitos y espíritus de los tiempos... en éstos tiempos de celebraciones que tanto promueven la entrega de regalos materiales pero carecen muchas veces de profundidad e inspiración para el mejoramiento de la especia humana!!!

Escríbale una carta al dinero! Ver el video para ver como puedes actuar!

¡Descarga, imprime y pega! Ahora que se acerca la Navidad, el próximo día 23 de Diciembre, ayúdanos si estás de acuerdo a hacer viral La Carta al Dinero, y cambiemos la economía de la deuda. Ya sea por Internet o físicamente en tu ciudad...imprime la siguiente carta y pégala en cajeros automáticos! ¡pásala! Y si lo grabas o haces fotos, por favor envíalas aquí: info@movimientozeitgeist.org

Os dejamos varias imágenes ¡"Piensa globalmente, actua localmente"!

http://www.mediafire.com/?n9d3wf85wosctan - Tiras
http://www.mediafire.com/?j5yiz5umr21xn37 - A6 (4XA4)
http://www.mediafire.com/?sovx9u841r4a5dy - A4 (1XA4)
http://www.youtube.com/watch?v=IZ6dHT2-4WI Video Letter to money
http://www.youtube.com/watch?v=gs_ThikUirs Video Carta al dinero

Evento en facebook: https://www.facebook.com/events/174989989266585/
Espacio Foro: http://www.movimientozeitgeist.org/foro/viewtopic.php?p=972#p972
Documento: https://docs.google.com/document/d/1JwI3Aotdign7GiNFY5Ip_sVEAlF9cWZkJvMTpCodlf8/edit?hl=es

LA CARTA AL DINERO

Dotar de sentido a lo alternativo: El papel de los nuevos medios en el siglo XXI



*Intervención de Raúl Garcés, profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, en el panel “Incidencia de los medios alternativos y las redes sociales en la opinión pública y en el hacer de la política internacional”, del Taller “Los medios alternativos y las redes sociales”.

Hace poco más de una década Noam Chomsky, en uno de sus textos, resumió la democracia liberal en pocas palabras: ” debates triviales sobre asuntos secundarios a cargo de partidos que fundamentalmente persiguen las mismas políticas favorables al capital, pese a las diferencias formales y las polémicas electorales. La democracia es permisible mientras el control del capital quede excluido de las deliberaciones populares y de los cambios, es decir, mientras no sea una democracia”.

Ya sé que cualquier definición de democracia liberal es mucho más que lo propuesto por Chomsky, pero traigo la frase a colación porque, probablemente, la entendamos mejor por estos días, cuando los ocupas de Wall Street son brutalmente reprimidos, cuando los libros acumulados en una biblioteca de ese movimiento son destrozados y desaparecidos, cuando Angela Davies tiene que recurrir a los llamados “micrófonos humanos” para hablar frente a los ocupas, en medio de la férrea censura a los altoparlantes que han impuesto las autoridades.

Son apenas evidencias muy elocuentes de que el capital trasnacional no está dispuesto a ceder un ápice de poder y que, frente a sus ojos, parecerán locuras las propuestas que Michael Moore acaba de hacer como un tentativo programa político para el movimiento de los Ocupas: “debemos aprobar tres enmiendas constitucionales -ha dicho Moore-: quitar las contribuciones a las campañas electorales, anteponer los intereses del público a los intereses de las corporaciones, y que todos los estadounidenses tengan derecho al empleo, al cuidado de la salud, a una educación gratuita y completa, a respirar aire puro, a tomar agua limpia y a comer alimentos saludables y a que los traten con dignidad y respeto en la vejez”. En otras palabras: Michael Moore quiere exterminar el capitalismo norteamericano y eso, de seguro, no se lo van a permitir.

Pero, ¿a qué viene todo esto? ¿Por qué empezar por Wall Street para terminar hablando de medios alternativos y opinión pública? En principio, porque tomando como objeto de estudio el movimiento de los ocupas descubriremos algunas claves esenciales para enfrentar con éxito la comunicación alternativa. Preguntémonos, por ejemplo, por qué en apenas ocho semanas han logrado tanto en materia de visibilidad (se ha extendido a decenas de ciudades en Estados Unidos, en Europa).

La respuesta, obviamente, no es solo, y tal vez ni siquiera esencialmente, comunicativa. Los ocupas interpretaron el malestar histórico de una sociedad, afectada por los impactos de una crisis económica, estremecida por el desempleo, por los recortes fiscales, por las políticas de ajuste y por la irresponsabilidad en el manejo de las cuestiones financieras por parte de las instituciones bancarias. Hablando en términos marxistas, estaban dadas las condiciones para que este movimiento irrumpiera y se expandiera vertiginosamente.

Pero, al mismo tiempo, no habría llegado tan lejos, al menos no tan rápido, sin un acompañamiento comunicacional suficientemente creativo y audaz. Su propio lema -somos el 99% frente al 1%- encierra el potencial inclusivo que no tuvieron antes -como lo hizo notar Angela Davies recientemente- los latinos, o los gays, o las mujeres, o los manifestantes antiguerra que se pronunciaron muchas veces en defensa de causas específicas, con públicos específicos, a través de métodos muy específicos.

Occupy Wall Street encarna una concepción reticular de la comunicación, que utiliza al mismo tiempo todos los soportes -los medios tradicionales, internet, las redes sociales, facebook, twitter, vocerías cara a cara, perifoneo, y apela a todos los formatos para conseguir su objetivo con un mensaje único. Han logrado “desde abajo”, en cierto sentido, lo mismo que el New York Times y los grandes medios consiguen “desde arriba” sistemáticamente: posicionar su mensaje globalmente a fuerza de repeticiones comunicativas -y activismo político, por supuesto-, desafiar la agenda tradicional de la prensa norteamericana -y de las élites políticas- y consolidar una creciente legitimidad a los ojos de la opinión pública de ese país, al punto que, según una reciente encuesta, más de la mitad de los estadounidenses dice ver en las preocupaciones de los ocupas, sus propias preocupaciones.

Se dice fácil, pero en la sociedad despolitizada en que vivimos, resulta una gran hazaña. Todd Gitlin, investigador norteamericano que por muchas décadas ha documentado cómo la prensa de su país demoniza simbólicamente a los movimientos antisistema, registró desde los años 60 cinco estrategias en función de lograr ese propósito por parte de los grandes medios: la trivialización ( o ridiculización de los objetivos del movimiento y del lenguaje de sus integrantes), el énfasis en el disenso interno, la marginación, el menosprecio de la efectividad del movimiento y la desestimación del número de participantes en las manifestaciones (es decir, contar de menos).

Con Occupy Wall Street la prensa norteamericana intentó hacer lo mismo, pero ha debido aceptar algunas capitulaciones por el camino. Ha sentido en su pellejo la represión contra los manifestantes, en la medida que los propios periodistas han sido también reprimidos. El activismo de los comunicadores alternativos ha significado un duro golpe para la credibilidad del discurso mediático dominante. Y, finalmente, secuestrar a estas alturas la voz de los ocupas implicaría silenciar a decenas de personalidades del arte, la cultura y el pensamiento solidarizados intensamente con esa causa.

Lo cierto es que la convocatoria para ser “ocupa” proviene de todas partes. Michael Moore la ha puesto en estos términos recientemente: “Forme parte de nosotros. Comparta sus ideas conmigo u online. “Incorpórese (o comience a organizar su movimiento local de Ocupación). Haga ruido. No es necesario instalarse con una carpa en el bajo Manhattan para ser un Ocupa. Usted lo es diciendo simplemente que lo es. Este movimiento no tiene líderes individuales ni portavoces, cada uno de los participantes es un líder en su barrio, en su escuela, en su lugar de trabajo. Cada uno de ustedes es un portavoz frente a quienes encuentre en su camino. No hay que pagar nada ni conseguir permisos para desarrollar una acción”.

En otras palabras: horizontalidad en el discurso, acceso a la participación a través de asambleas libres celebradas a nivel local y, por sobre todas las cosas, la intención de trascender el ámbito comunicativo para proponer un proyecto de transformación de la sociedad, que transforme también, durante el proceso, a los propios protagonistas del cambio.

Llegué, tal vez sin proponérmelo, a un concepto de comunicación alternativa. Y me alegra, porque puede que no podamos avanzar en este campo, si no partimos de conceptos claros. Salgamos a las calles de nuestras ciudades a preguntar por el significado de “lo alternativo” y encontraremos las respuestas más variopintas. Todo el mundo quiere ser alternativo, sin que muchos sepan con claridad de qué se trata. Lo alternativo implica una subversión del poder y, en el terreno que nos ocupa, una subversión de un tipo de poder que utiliza los símbolos, la información, el conocimiento, para perpetuar determinadas relaciones de dominación.

Comparto con Francisco Sierra la noción de capitalismo cognitivo para designar un modelo de integración mundial que condena la mayor parte de la producción cultural a las lógicas del capital globalizado. Y, al mismo tiempo, subrayo el hecho de que no es posible construir una alternatividad a ese poder si no desde la información, el conocimiento y la cultura.

Lo aterrizo más en el tema que nos ocupa: usted podrá tener un periódico comunitario, una radio universitaria, una biblioteca ambulante, 14 cuentas en facebook, 3 blogs y 5 twitter y no saber qué hacer con ellos. El dilema no es nuevo. Se parece mucho a lo que dijo una vez Henry David Thoreau: “estamos ansiosos por excavar un túnel a través del Atlántico, y acercar el viejo mundo al nuevo en unas semanas, pero luego la primera noticia que oirá la gran oreja estadounidense es que la princesa Adelaida tiene tosferina”.

Hoy todos los mundos se interconectan con asombrosa inmediatez. Por eso sabemos de las relaciones entre Shakira y Piqué, del homosexualismo de Ricky Martin y de las gripes pasajeras de Angelina Jolie. Y sabemos también, por supuesto, de cosas trascendentes, pero en todo caso el contraste nos confirma que las tecnologías por sí solas no son garantía del cambio social. Un rector de una Universidad británica nos recuerda un chiste típico del determinismo tecnológico: “señoras y señores -dice John Daniel- las nuevas tecnologías son la respuesta. Por favor, ¿Cuál era la pregunta?”

Pero como sabemos, las preguntas son muchas. ¿Qué usos les damos a las TICs y a los medios alternativos? ¿Seremos capaces de generar con ellos una contracultura? ¿Hasta dónde la comunicación puede ayudarnos -o hasta dónde no- a hacer emerger formas más democráticas de construcción de lo público y lo político? ¿Está preparada la sociedad contemporánea para lidiar con la noción de mediatización; es decir, con la centralidad de los medios de comunicación en la producción y distribución del conocimiento a escala masiva?

Vistas en profundidad, las interrogantes anteriores podrían asustar a cualquiera, tanto como el tema que da título a este panel. Hemos sido convocados a pensar las relaciones entre medios, política y opinión pública, justo cuando muchas evidencias apuntan a un universal desencanto con esos tres componentes de la democracia.

Un experimentado investigador de estos temas, el británico Jay blumler, afirma que, en materia de Comunicación Política, atravesamos una era de total descreimiento: en los partidos, vaciados ahora de contenido ideológico y atrapados por una lógica de marketing; en los gobernantes, más preocupados por enfrentarse a la política en la televisión que en la propia realidad; y en los medios, obcecados por desatar escándalos políticos que multipliquen sus ratings y les sirvan de imán a los anunciantes.

Es ese el contexto que explica la renuencia de los indignados en España para canalizar sus demandas a través de las organizaciones políticas tradicionales. O el escepticismo que los ocupas de Wall Street muestran hacia el bipartidismo norteamericano, tan parecido al bipartidismo británico, tan parecido al bipartidismo español. Mariano Rajoy acaba de provocar, como ha dicho recientemente un articulista, que millones de españoles votaran por su esclavitud, como si lo hicieran por su libertad. No hay opción: llámese PSOE o PP, nada salvará a España de un plan de ajuste impuesto por las cadenas del mercado.

¿Se puede hablar, en estas condiciones, de la posibilidad de una comunicación liberadora? ¿Pueden sobrevivir los medios alternativos sin que emerjan al mismo tiempo proyectos políticos alternativos? ¿Ocurrirá la democratización de la comunicación al margen de la democratización de la sociedad, como si los comunicadores viviéramos, dicho en palabras de Rosa María Alfaro, “en una isla feliz”?

Disponemos de múltiples experiencias en Latinoamérica y el mundo para demostrar justamente lo contrario. En apenas 12 años, por ejemplo, Venezuela logró expandir en miles sus medios comunitarios, creó una cadena de televisión con pretensiones de alcance mundial, lanzó un satélite para fomentar su independencia en el plano de las telecomunicaciones y fomentó un marco jurídico, como pocos países en Latinoamérica, para vigorizar las prácticas comunicativas locales.

La voluntad de generar un proyecto político desde abajo, modelado concretamente a través de la progresiva emergencia de un poder comunal, demandó, al mismo tiempo, el empoderamiento de los ninguneados y la democratización ineludible del espacio público. Quienes hemos visto Internet de banda ancha en las alturas del cerro más pobre de Caracas, o la organización de “mesas técnicas comunicativas” en los consejos comunales para visibilizar a los invisibles, o la emergencia de redes de comunicación espontáneas para desmontar las mentiras de los medios privados, creemos entender el significado de lo que Jesús Martín Barbero, y muchos otros, han sugerido con especial lucidez: “el tejido social de la democracia se construye comunicativamente”.

Claro que no siempre es posible tomar el cielo por asalto. Y algunos dirán -con razón- que la comunicación alternativa no puede quedarse cruzada de brazos mientras se concreta la Gran Revolución Social o se desmorona a pedazos el capitalismo. Entretanto, más nos vale suscribir una convicción de Umberto Eco, que bien pudiera ser una convicción compartida por todos nosotros: se puede hacer mucho daño al poder comunicativo dominante desde una sistemática y consistente guerra de guerrillas comunicacional.

¿Qué otra cosa sino eso han hecho los ocupas de Wall Street? ¿Pensaron que iban a llegar tan lejos cuando iniciaron su movimiento? ¿Cómo han logrado penetrar los muros de acero del New York Times y del Washington Post para presentarse incluso con legitimidad frente a los ojos de la opinión pública de su país?

Ya dije antes que la respuesta no es solo comunicativa, pero agregué que no puede desconocerse tampoco el alcance de la comunicación en dicho movimiento. Bastaría escuchar los lemas de los ocupas -lo mismo en los parques de Nueva York que en la Puerta del Sol de Madrid- para advertir un discurso a la ofensiva, que no se deja acorralar, que sugiere acción de solo pronunciarse: “Si no nos dejan soñar, no los dejaremos dormir”, “no somos antisistema, el sistema es anti-nosotros”, “si los de abajo se mueven, los de arriba se caen”.

Uno de los aprendizajes que podríamos obtener sin mucho esfuerzo es que, en el mundo contemporáneo, todo proyecto de subversión del poder tiene que agenciárselas para dejarse acompañar por una estrategia de subversión también en el terreno simbólico. Además de ocupar Wall Street, deberíamos probablemente intentar ocupar el New York Times, el Washington Post, El País, FOX News y tantas otras trasnacionales mediáticas. O gritamos desde el lunetario para que nos enfoque la luz, o seremos condenados de manera perpetua a la oscuridad.

Permítanme redondear lo dicho hasta aquí en unas pocas ideas que, a mi juicio, deberían servir de brújula a los medios alternativos en la construcción de nuevos espacios públicos y nuevos modos de hacer política:

1. Estamos abocados, probablemente como nunca antes, a estudiar y sistematizar cuanta experiencia de alternatividad exista. Pero si a la gran prensa no le interesa hablar de Occupy Wall Street, no nos hagamos muchas expectativas con las grandes universidades. Atrapadas en las lógicas del mercado, tampoco les seduce investigar la naturaleza de los movimientos antisistema, y menos sus prácticas comunicativas.
Dentro de un contexto donde importa más desarrollar habilidades que pensamiento, y mercancías que teoría, Occupy Wall Street seguramente se ve como el desafío loco de un puñado de locos en un mundo loco. Y eso -dirán los gurúes del academicismo- más vale excluirlo de las líneas de investigativas y de los planes de estudio de las facultades de comunicación.

Es una responsabilidad nuestra -esto es, de los medios alternativos y de los centros académicos alternativos al pensamiento liberal- desentrañar hasta sus esencias el movimiento de los Ocupas, identificar sus estrategias de mayor impacto e incorporarlas dentro de una praxis más general de la alternatividad.

2. Dotar de sentido a lo alternativo significa restaurarle plenamente su significado a la palabra deliberación. O, dicho de otra manera, fomentar una cultura deliberativa a todos los niveles, en todos los espacios, a través de todos los soportes y formatos. Y más ahora, cuando los tecnócratas financieros imponen sin deliberar a los gobernantes europeos, cuando un ministro griego pierde el puesto por intentar discutir con su pueblo sobre políticas de ajuste, cuando se declaran guerras en nombre de encuestas asombrosamente anti-deliberativas.

El poder simbólico trasnacional procesa las deliberaciones, las tritura y las devuelve convertidas en cuños, etiquetas y estereotipos. La gran estafa del capitalismo cognitivo consiste en usar el conocimiento para desinformarnos y para despojarnos de nuestra condición de ciudadanos.

Frente a tales escenarios, no queda otra opción que trascender a los medios y convertir la “alternatividad” en una filosofía de vida. Aprender a participar, saber dialogar, valerse de la comunicación para involucrarse y transformar activamente los espacios públicos. Si de mí dependiera, introduciría los principios de la Comunicación Alternativa desde los currículos de la enseñanza básica. ¿Acaso no lidian los niños con el bombardeo simbólico de los medios, de Internet, de las redes sociales? ¿Acaso no sería preferible desarrollar en ellos desde pequeños una cultura mediática con potencial liberador?

3. Lo alternativo tiene que trascender a los pequeños grupos, a los amigos, a lo comunitario entendido como espacio geográfico, para insertarse no sólo en prácticas, sino también en lógicas reticulares de la comunicación. El micrófono de una radio o la columna de un periódico local, no solo deberían servir para denunciar la falta de agua en un barrio, o el desfalco de una microempresa a sus trabajadores. A mi juicio, tienen que ser útiles también para la interconexión política de los individuos, para la reafirmación de sus identidades, para el ejercicio de una ciudadanía que se sirve de la comunicación como pasaporte hacia la construcción de lo público. Don´t hate the media, become the media (”no odien a los medios, conviértanse en los medios”)- reza la consigna de una red de medios alternativos que, sin decirlo, convoca a sus integrantes a apropiarse precisamente de una conciencia de alternatividad; es decir, a subvertirlo todo.

4. La alternatividad tiene que superar su tentación al espontaneísmo. No se puede, invocando la supuesta falta de capacitación de los comunicadores alternativos, despojar a la comunicación de su belleza, resultar aburrido o hacerse cómplice de un discurso soso. Si queremos desafiar las agendas de los grandes medios, si pretendemos subvertir los límites en que los poderosos encuadran el debate público, no queda otro remedio que ensayar audacias, osadías e, incluso, secuestrar códigos probadamente eficaces de la comunicación dominante para usarlos de modo liberador.

Arribo a mi punto de llegada ratificando una tesis que fue también mi punto de partida. La batalla en la que estamos enfrascados es esencialmente cultural. Y no enfrentarla desde la cultura representaría una actitud suicida. No hay alternativa, que no sea empoderar a los ciudadanos y convertirlos en gestores-hacedores-protagonistas de los medios. Es, más o menos, lo que dice José Ignacio López Vigil en una frase lapidaria, con la que termino:

“En los próximos años, podremos producir con calidad digital, con mil canales simultáneos, navegando en Internet a velocidad de la luz y corriendo por todas las autopistas de la información. Pero el desafío principal no se habrá logrado con esos adelantos técnicos (…) la mayor originalidad del futuro será devolver los medios a la ciudadanía”.