Veinte años de desgracia neoliberal en Colombia no han sido suficientes para que de la experiencia se tome la decisión de cambiar el rumbo; así lo indica el liderato en las encuestas de Santos y Mockus.
Muchas bondades se le atribuyeron en su momento a una política macroeconómica que orientada en los preceptos del consenso de Washington pugnaba por una economía global, sin obstáculos comerciales entre los países, donde la mano invisible del mercado sacaría a los países del tercer mundo del atraso en el cual se encontraban. Se satanizaron los altos índices inflacionarios, los niveles de corrupción en el estado y la deuda pública; de todo se dijo.
En lo agrario se perdió la autosuficiencia; un millón de hectáreas menos en cultivos transitorios, importación de más de 10 millones de toneladas de alimento al año, quiebra de sectores importantes para la agricultura en departamentos como los de la costa norte donde por ejemplo el algodón desapareció, cerveza elaborada a partir de cebada importada negándole la oportunidad a los campesinos de tierra fría al trabajo, demuestran el fracaso económico de la medida.
En lo industrial el desastre puede ser aun mayor; crecimientos negativos por periodos superiores a 5 años, industrias enteras en crisis que parecen eternas, desnacionalización de importantes empresas estatales, merma o desaparición de sectores que apenas iniciaban carrera por el desarrollo capitalista. Todo esto acompañado de la inevitable pérdida de empleo por millones de colombianos, los cuales entraron a engrosar las filas de desempleo en el país, han pasado a la informalidad que ya asciende al 60% o desterraron de su patria en busca del “sueño americano”.
A pesar de haber aumentado su participación en el PIB, fortalecido las telecomunicaciones a causa de la aparición de nuevas tecnologías y de muchas maneras a los grupos financieros, el sector terciario no ha logrado apalancar el desarrollo de la nación, como muchos lo apostaron. Los servicios públicos convertidos en vulgares negocios no llenaron las expectativas y han resultado todo un fracaso; no dice otra cosa la reciente declaratoria de emergencia social.
Y el balance final puede ser el siguiente, unos agricultores que vienen de conversión en conversión según el turno de la ruina lo ha indicado, ahora amenazados los lecheros con la firma del TLC con la UE donde según Fedegan aproximadamente 400.000 familias se verían enfrentadas a una competencia no con sus homólogos europeos, sino con subsidios que ascienden a más de 100.000 millones de dólares al año. Unos industriales que entran en ruina como ya se indico y pasan a engrosar las filas de obreros o en el mejor de los casos han hecho la conversión de dueño de una pequeña fábrica a dueños de un pequeño taxi. Un sistema de salud que mata más colombianos que todas las violencias que nos azotan junto a un sistema pensional que somete a cientos de miles de ancianos a rogar por una pension digna, cuando el tiempo les alcanza para al menos solicitarla. Un sistema educativo que reduce los recursos para la educación superior y se mantiene como uno de los peores del mundo y de Latinoamérica, a pesar de toda la parafernalia hecho alrededor del tema cobertura.
Pero no todo ha sido malo para todos. En agricultura el país da sus primeros pasos en el negocio de los biocombustibles donde Ardila lulle no solo se lucra a partir de la explotación inhumana a los corteros, sino también de fuertes ayudas estatales que son una mezcla de premio a la “innovación” junto a la retribución por aportes a campañas políticas del establecimiento, exacciones para capitales transnacionales, monopolios enteros en el sector comercio y telecomunicaciones, las peores regalías del mundo, un sector financiero usurero que mantiene a Luis Carlos Sarmiento como uno de los hombres más ricos del mundo, EPS’s que se lucran a partir de la intermediación y de la muerte de muchos compatriotas, un sinfín de lacras que aplaudieron la reelección de Uribe y lo apoyaron hasta que la corte constitucional dijo ¡no más! Todo esto y más, como resultado de la aplicación del modelo Neoliberal en Colombia.
Y en medio de la campaña electoral, cuando todos los aspectos de la vida nacional deberían encontrarse en una discusión de fondo, lo que abunda es la desinformación. Todos se engolosinan o ante lo prioritario de la derrota a las guerrillas, como si el surgimiento de estas explicaran la pobreza y el atraso y no al revés; o ante lo prioritario de la derrota de la clase política corrupta y la falta de legalidad, como si en medio del neoliberalismo esto fuera posible y los intereses que representan políticos y partidos corruptos pudieran ser cambiados con un simple ejercicio de pedagogía.
Y ante evidencias como estas aun existe gente que en medio de su confusión y arrogancia aun preguntan ¿y si es Neoliberal qué?
COLETILLA: no he logrado ponerme de acuerdo con los Mockusianos, algunos dicen que su candidato si es Neoliberal, cosa que es correcta y otro sector muy amplio insiste en que no. Ojala el doctor Mockus explique CLARAMENTE antes del 30 de mayo su verdadera naturaleza, de esa manera les da la oportunidad a muchos de sus seguidores de corregir el rumbo, ya que ambas partes no pueden tener la razón.
1 fuerzas alrededor:
Leer el mundo blog, bastante bueno
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