Publicado el 16 de diciembre de 2011 por Ellen Brown en telaraña de deuda.
La campaña para ‘mover su dinero’ ha generado una oleada de apoyo. Para lograr un mayor impacto podría ser ‘movamos nuestro dinero’ — mover los ingresos del gobierno local por fuera de los bancos de Wall Street, hacia nuestros propios bancos de propiedad pública.
Occupy Wall Street ha sido tanto criticado como aplaudido por no apoyar ninguna plataforma oficial. Pero existen plataformas no oficiales, incluyendo una titulada la Declaración del 99% que aboga por una ‘Asamblea General Nacional’ convocada para el 4 de julio de 2012 en Filadelfia. La Declaración del 99% busca de todo, desde frenar al estado corporativo, pasando por ponerle fin a la Fed, hasta eliminar la censura de Internet. Pero ninguna de estas exigencias parece ir al corazón de lo que impulsó a los ocupantes a acampar en Wall Street en primer lugar: un sistema bancario corrupto que sirve al 1% a expensas del 99%. Para corregir esto, necesitamos un sistema bancario que le sirva al 99%.
Occupy San Francisco ha aprobado un plan destinado a hacer precisamente eso. En un artículo del Wall Street Journal del 1 de diciembre titulado Occupy Shocker: A realistic, Actionable Idea, David Weidner escribe:
[M]anifestantes en el Área de la Bahía, especialmente de Occupy San Francisco, tienen algo que sus vecinos de la Costa Este no: un plan realista dirigido al corazón de los bancos. La idea podría extenderse a nivel nacional para enviar un mensaje a un Washington en peligro y a la industria financiera.El concepto de banca pública no es nuevo. Se ha propuesto antes en San Francisco y tiene un éxito de 90 años de trayectoria en Dakota del Norte. Weidner señala que el Banco estatal de Dakota del Norte le reportó a los contribuyentes más de 61 millones de dólares el año pasado y una ganancia de 57 millones de dólares en 2008, cuando Bank of America tuvo una pérdida neta de 1.200 millones de dólares. La propuesta del Banco de San Francisco es apoyada por el concejal de la ciudad John Avalos, quien ha estado pensando en un banco municipal por varios años.
Se llama banco municipal. En pocas palabras, sería la transferencia de las cuentas bancarias de la Ciudad de Francisco —de alrededor de 2.000 millones de dólares hoy en día distribuidos entre bancos como Bank of America Corp., UnionBanCal Corp. y Wells Fargo & Co., a un banco público. Este banco usaría pequeños bancos locales para prestarle a la comunidad.
Weidner llama a la propuesta «el más audaz golpe institucional hasta ahora en contra de los bancos dirigido por el movimiento Occupy».
Respondiendo a las críticas
Él reconoce que será un camino cuesta arriba. En un artículo subsiguiente el 6 de diciembre, Weidner escribió:Hay críticas, por supuesto [...] Ellos argumentan que los bancos públicos pondrían en riesgo el dinero público. ¿Le sorprendería saber que la mayoría de los críticos son banqueros?El riesgo para los contribuyentes sigue siendo la principal objeción de los banqueros opositores. «No hay necesidad de este tipo de préstamos», dicen. «Nosotros ya otorgamos préstamos a cualquier solicitante solvente que llegue. ¿Por qué poner el dinero de los contribuyentes en situación de riesgo, desembolsando préstamos en cada esquema chiflado en el que algún político quiere derrochar el dinero de aquellos?».
Es por eso que no les oímos hablar de los 100.000 millones que perdieron a nombre de los fondos de pensiones de California en 2008. Ellos no hablan de las ejecuciones ejecuciones hipotecarias que han causado estragos en las comunidades y los ingresos fiscales. Ellos no hablan de los préstamos mentirosos y el tipo de impacto que esto ha tenido en la economía, el empleo y el mercado inmobiliario, por no hablar de los presupuestos locales y estatales.
Tom Hagan, que paga impuestos en el estado de Maine, tiene una respuesta a ese argumento. En una carta de 3 de diciembre al editor del Herald Press de Portland, sostuvo que no hay necesidad de invertir el dinero de los bancos públicos en riesgosas aventuras al por menor. El dinero se podría ahorrar para proyectos de infraestructura, al menos mientras el modelo de banca pública es sometido a prueba. El óptimo resultado podría ser el reducir los costos de infraestructura local a la mitad. Presentando su caso en conjunción con un proyecto de autopista en Maine, escribió:
¿Por qué Maine paga el doble por mejoras en su autopista?El Banco estatal podría generar ‘crédito bancario’ en sus libros, como todos los bancos constituidos están autorizados a hacerlo. Este crédito podría entonces ser utilizado para comprar los bonos. Los depósitos del Gobierno no sería ‘gastados’ sino que permanecerían en la cuenta del Gobierno, tan seguro como están en el Bank of America —posiblemente más, ya que la solvencia del banco público estaría garantizada por el gobierno local.
Las mejoras son financiadas por bonos emitidos por la Maine Turnpike Authority, que recauda los importes de capital y luego paga los bonos con intereses.
Con el tiempo, los pagos por intereses suman cerca del capital original, duplicando el costo de las mejoras de la autopista, y los peajes que deben ser instalados para pagar por ellos. El dinero de los intereses es enviado fuera del estado a los bancos de Wall Street.
¿Por qué no quedarse con el dinero de los intereses aquí en Maine, en beneficio de todos sus ciudadanos? Esto podría hacerse mediante la creación de un banco de propiedad estatal. Los fondos del estado, hoy depositados en cuentas cuentas corrientes a bajo o ningún interés, en su lugar serían depositados en el Banco del Estado.
Estos fondos se utilizarán para comprar los bonos de la Turnpike Authority y municipales, emitidos por el Banco de Bonos Maine.Todos ellos. Dado que todos los pagos de intereses irían hacia las arcas del estado, acabaríamos pagando la mitad de lo que hoy pagamos por nuestras carreteras, puentes y escuelas.
Dakota del Norte se ha beneficiado de un banco de propiedad estatal por 90 años. ¿Por qué no Maine?
Los críticos están preocupados por el derroche en la toma de riesgos por parte de los políticos, pero los confiables funcionarios civiles en el Banco de Dakota del Norte insisten en que no son políticos sino banqueros. A diferencia de los bancos de Wall Street que tuvieron que ser rescatados por los contribuyentes, el Banco de Dakota del Norte invierte de forma conservadora. Evitó los derivados y los tóxicos títulos respaldados por hipotecas que precipitaron la crisis de crédito; y le ayudó al estado a evitar la crisis mediante la asociación con los bancos locales, ayudándoles con los requerimientos de capital y liquidez. Como resultado de ello, el estado no ha tenido ninguna quiebra de bancos en al menos una década.
Con el uso inteligente de un Internet en constante evolución, una supervisión pública verdaderamente eficaz puede minimizar cualquier amiguismo. Los fondos de pensiones de California pudieron haber evitado perder 100.000 millones de dólares si, en vez de jugar en el casino de Wall Street, hubieran invertido en infraestructura a través de un banco de propiedad estatal.
La objeción constitucional
El artículo de Weidner del Wall Street Journal plantea otro de los argumentos de los opositores: que la ley de California prohíbe el uso de dinero de los contribuyentes para conceder préstamos privados. Eso, dijo, tendría que ser cambiado.No obstante, la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, ha sostenido lo contrario. En 1920, la objeción constitucional se planteó en conjunto con el Banco de Dakota del Norte y fue rechazada tanto por el Tribunal Supremo de Dakota del Norte como por la Corte Suprema de los Estados Unidos. Ver Green v. Frazier, 253 U.S. 233 (1920), y un análisis más completo aquí.
Un banco municipal estaría haciendo con los fondos del públicos sólo lo que Bank of America hace ahora: estaría otorgando ‘crédito bancario’ respaldado por su capital y depósitos. La diferencia sería que la comunidad local, no Florida ni Europa, obtendría los préstamos; y la ciudad de San Francisco, en vez de Bank of America, recibiría las utilidades.
California y muchos otros estados ya cuentan con bancos de infraestructura que emplean los fondos del estado para respaldar sus préstamos. Si el uso de estos dineros públicos es legal, y si los fondos públicos pueden ser depositados en Bank of America y utilizados como base para los préstamos a las empresas multinacionales, pueden ser depositados en el Banco de San Francisco y destinados como base para los préstamos a la comunidad local.
Mejor aún, pueden ser utilizados para adquirir bonos municipales. Invertir en bonos municipales evitaría la cuestión constitucional a través de ‘préstamos privados’ en conjunto, ya que los préstamos serían para el gobierno local.
Enviándole un Mensaje a Wall Street
La campaña para ‘mover su dinero’ ha generado una oleada de apoyo pero, ¿mover su dinero a dónde? Weidner repite la queja de los críticos de que las cooperativas privadas de crédito se han hecho muy grandes y ponen en peligro la banca comercial. Tener un mayor impacto, sería ‘mover nuestro dinero’: mover nuestros ingresos del gobierno local por fuera de los bancos de Wall Street hacia nuestros propios bancos de propiedad pública, lo que entonces podría generar crédito para la economía local y las obras públicas.————————————————
Ellen Brown desarrolló sus habilidades de investigación como abogada litigante en derecho civil en Los Ángeles; graduada de UC Berkeley y UCLA School of Law. En Telaraña de Deuda (Web of Debt), su último de once libros, aplica esas habilidades en el análisis de la Reserva Federal y el ‘conglomerado del dinero’. Muestra cómo este cartel privado ha usurpado el poder de crear dinero de manos de la gente, y cómo nosotros, la gente, podemos recuperarlo. Ha escrito cerca de 100 artículos sobre este asunto desde que Web of Debt fue publicado por primera vez. Sus sitios web son www.telaranadedeuda.com, www.webofdebt.com y www.ellenbrown.com
Es columnista habitual de Truthout, Huffington Post, Yes!, Seeking Alpha y Global Research, y presidenta del Public Banking Institute (Instituto de la Banca Pública), publicbankinginstitute.org
Síganos en Twitter: @telaranadedeuda
Traducción por Andrés Celis.
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