Diego:
Empiezo esta carta por aclarar que no me dirijo a ti como Querido Diego, sino simplemente como Diego. No eres querido para mí, ni mucho menos, y creo que eres un terrible personaje que los medios de comunicación, el establecimiento argentino y la historia del fútbol se han encargado de endiosar.
Eres una persona terrible. Imprudente, grosero, conflictivo y doble. Llevaste a la Argentina a un título mundial, es cierto, y casi logras darle otro con tu pie hinchado. Fuiste un jugador extraordinario, un líder innato dentro del terreno de juego. Agarraste al Napoli, la cenicienta del calcio italiano, y lo convertiste un grande europeo, cacheteando a los grandes y cómodos de Italia y Europa. Vengaste el honor de todos los argentinos que murieron inútilmente en la Guerra de las Malvinas, al eliminar a Inglaterra con un espectacular gol de media cancha y otro con la mano.
Lo que me parece el colmo es que te ufanes de haberlo echo con la mano, mandando el peor ejemplo de juego limpio a todos tus seguidores. No es tu única falla: eres un consumidor de drogas que no reconoce su adicción, y le echa la culpa de los demás de ella. Clamas por la igualdad social en América latina, pero has despilfarrado tu fortuna en vicios. De ella nada le ha quedado a los pobres que tú, el llamado Diego de la gente, dice representar. Eres un mitómano, engreído y orgulloso.
Considero que la selección representa una paradoja repugnante. Dicen poner “huevos” en cada partido, más sin embargo sostengo que arreglaron un partido para sacar a Colombia de un mundial. Fue a finales de 2001 en Montevideo, y la Argentina jugaba contra Uruguay. Tu equipo ya estaba clasificado y Uruguay tan sólo necesitaba de un empate. Colombia, por su parte, se jugaba la vida contra Paraguay en Asunción, y lo estaba goleando 1-5. Los dos equipos que jugaron en el Centenario ese día salieron 15 minutos tarde para el segundo tiempo. Jugaron esos 45 minutos como calentando previo a un partido. Fue un insulto para el fair play, pero bueno, tú sabrás muy bien acerca de todo lo que tiene que ver con insultos. Creo que Argentina recibió su merecido poco después, ya que en el Mundial de Corea-Japón 2002 salió en primera ronda.
Con todo lo que te he dicho, pensarás que te deseo a tus players y a ti lo peor en el Mundial de Suráfrica 2010, pero mi verdad es contraria y es el motivo de esta carta: espero que ganes la Copa del Mundo. No le haré barra a Argentina, pero espero que ganen por un simple motivo: fuiste un jugador, y muy bueno, y eres un referente para tus jugadores. Te sales del típico estereotipo de entrenador contemporáneo: lleno de planillas de juego, esquemas y conceptos y traje con corbata. Nada de eso, eres un tipo que no sabe parar un equipo de fútbol, pero le imprimes categoría, ímpetu y coraje a tus dirigidos. Una victoria tuya en el mundial sería una patada a la FIFA. Debes ganar el campeonato de mundo por todos nosotros que jugamos al fútbol de manera amateur o profesional y no entendemos cómo es posible que a este deporte lo manejen directivos gordos que nunca han jugado al fútbol. Ellos no ponen coraje, no saben lo que son los "huevos", pero son quienes están detrás del negocio que se ha convertido el fútbol, y por ende son quienes realmente se benefician de él.
Ojalá ganes el mundial. Ojalá no se te vaya la mano en la celebración. Ojala no insultes periodistas, tan sólo los que se lo merecen. Ojalá vaya Iván Mejía a la rueda de prensa: lo puedes insultar a él. El pueblo colombiano te lo agradecerá.
Mucha suerte,
Juan Hernández
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