Los campesinos de Colombia alzan sus voces contra un gobierno y en general todo un Estado ineficiente que ha puesto en venta todos los recursos naturales del país para el beneficio exclusivo de una gran élite de políticos tradicionales y "nuevos ricos", quienes controlan además la mayor parte de las ramas del poder público y los medios de comunicación. Ahora, cuando el ataque se ha dirigido a la base misma de la producción agrícola,
las semillas, se ha levantado con ferocidad un paro agrícola cuya fuerza ha logrado poco a poco liberarse de la polarización de los partidos políticos y sus correspondientes lugartenientes.
La fuerza que ha venido tomando el paro a nivel nacional, apoyada por
la importante documentación del film 9.70 de Victoria Solano, ha logrado superar la ira pasiva de las redes sociales y ha logrado que la ciudadanía, normalmente despectiva frente al campesino, esté saliendo a las calles a exigirle al gobierno para que reconozca la existencia de un grave problema con posibles consecuencias negativas en el corto plazo, dialogue con los campesinos y ejecute soluciones viables.
La pasividad del ciudadano Colombiano ¿Conformismo o miedo?
No es una gran revelación decir que el temor al Estado y la incapacidad para transformarlo y hacer parte de sus políticas, es una de las principales características de su población. Se equivocan quienes creen o fugazmente hablan del clásico "conformismo" del Colombiano, pues este cliché en nuestras conversaciones es una misma forma de encubrir la verdadera motivación para nuestra quietud: Tenemos miedo, y para nuestra vergüenza, hemos utilizado ese miedo para desprendernos de nuestra responsabilidad política y convertirnos en sujetos pasivos de todo lo que ocurre a nuestro alrededor.
En Colombia hay una rica historia de levantamientos populares armados y pacíficos, así como una enorme lista de personajes que han levantado su voz y han denunciado las constantes faltas del Estado y su históricamente reconocida ineptitud para servirle a su población.
Para quienes no tengan en mente muchos de estos eventos de evidente ineptitud, tendrán suficiente con conocer apenas tres: El caso de Panamá (1863-1903), El Frente Nacional (1958-1974) y la apertura económica del país y la consecuente imposición unilateral del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos (1991- ....).
En todos los casos y en todas las situaciones, artistas, periodistas, ciudadanos y campesinos han tenido un papel fundamental, aunque mitigado y sometido al olvido, por una violencia del Estado y las organizaciones criminales armadas sin precedentes y con amplias violaciones a todos los derechos reconocidos y todos pactos firmados a nivel constitucional y tratados a nivel internacional. En todos los casos, los medios de comunicación y la ausencia de estructuras educativas fuertes, han permitido que la voz de los campesinos y de los ciudadanos sea "politizada", se convierta en herramientas de los partidos políticos y las corrientes ideológicas europeas, generando divisiones destructivas entre "izquierda" y "derecha" y la constante persecución entre ellas.
El asesinato de tantos políticos que intentaron romper la brecha, líderes sindicales, líderes indígenas, profesores, estudiantes e inclusive de figuras en la televisión como el enorme y crítico periodista Jaime Garzón, son muestras de un meticuloso plan colectivo de generación de temor y pasividad. Colombia no es una nación de conformistas sino de ciudadanos temerosos y mal encaminados en causas y discursos alienantes y ajenos.
El Inicio del siglo XXI para este país ha tenido estas características: La política de generación de terror y miedo y la de callar al campesino, quien finalmente ha sido la principal víctima de toda la Historia Colombiana. La Independencia y la generación de la mal llamada "Democracia más antigua del continente", no han sido sino enormes sofismas para el campesino, excusas para su explotación, su desplazamiento y para el robo de los recursos de su producción propia.
El Tratado de Libre Comercio puede considerarse como una estocada final, un punto máximo que compromete los recursos del país de una manera injusta e in-equitativa, y que más que beneficiar al gobierno Estadounidense, beneficia a la la enorme masa de corporaciones cuya hambre y psicopatía es fácil de observar pero difícil de detener.
El llamado "Neo-colonialismo" es mucho más sutil y tiene herramientas persuasivas muy poderosas a través del consumo. Los Colombianos han permitido que en la era de apertura económica que abrió Cesar Gaviria y que sus sucesores han continuado promoviendo, los placeres del consumo irresponsable y la adaptación mundana de prácticas de una cultura irresponsable como la del "sueño americano" se hicieran una realidad. Solo basta observar la televisión privada Colombiana que naturalmente acapara la mayor cantidad de atención del público, o los nuevos templos en la gran proliferación de centros comerciales en todo el país, para darse cuenta de que tan extranjeros son los Colombianos para su propio país, y que tan sometidos al miedo han estado, al parecer...... hasta ahora.
¿Por qué puede tener relevancia histórica el actual paro campesino?
Porque si bien ha sido la ciudadanía la que ha permitido que el Estado comprometa sus recursos, en este momento el paro campesino ha roto las redes de desinformación de los medios tradicionales y desde las redes sociales hasta grupos de solidaridad y marcha ciudadana pacífica en ciudades como Bogotá, han logrado liberarse de la influencia y el abrazo de los dogmas políticos. Como completos ineptos hemos podido ver a los ex-presidentes gestores de este problema, manifestarse a favor del paro, mostrando altos niveles de cinismo y desprecio por el trasfondo de las protestas.
El paro campesino en Colombia no es ni "liberal", "conservador", de "Izquierda o Derecha". En las calles y en las redes sociales se están encontrando ciudadanos que parecen recordar la relevancia de su campo y sus habitantes. Quizás con el temor de que sus verduras y sus frutas escaseen, o el temor de que se conformen nuevos grupos armados y la ciudad ya no sea tan segura, la ciudadanía, aquella máquina de consumo que ha permitido que leyes como la 9.70 entre otras erróneas legislaciones en el marco del TLC, está reconociendo la seriedad del problema y sus catastróficas consecuencias.
Es temprano para decir cual será el resultado, pues finalmente hoy, 29 de Agosto, el país, las escuelas y las vías evidencian que el paro continuará y que el gobierno sigue pasivo - agresivo, utilizando el silencio mediático y la feroz fuerza de la policía y los escuadrones para mantenerse en su política de generación de temor. Es temprano inclusive para decir que el actual paro campesino va a generar un cambio en la política de venta de recursos naturales, pero, y es importante hacer énfasis en este positivo pero, hay una posibilidad abierta a que el miedo colectivo pierda su fuerza y se generen nuevas dinámicas pacíficas de cohesión social, libres de dogmas políticos, que puedan organizar acciones concretas que golpeen a las élites y las lleven a revisar la ley sobre semillas entre tantas otras leyes que amenazan a la población vulnerable del campo y su existencia misma.
El Camino después de las Marchas
Marchar pacíficamente es como reciclar, es el principio de un ciclo complejo de cambios en uno mismo y por lo tanto en el mundo. Sin embargo, son ejercicios que también pueden quedarse en el placer profano del ego y que pueden perder rápidamente trascendencia. Tiene que haber un horizonte superior para estas acciones iniciales, una motivación para vivir en el cambio, para generar acciones colectivas concretas y eficientes que puedan tener un impacto des-politizado y encausado hacia un eje: La soberanía alimentaria y la situación crítica del campo y sus habitantes.
La única revolución eficiente y posible está en la de generar círculos de consumo y alimentación responsable, cultivos en casa, permacultura y apoyo a los mercados locales, hasta la organización colectiva de boycotts que realmente golpeen a los monstruos corporativos y lugartenientes que custodian leyes como la 9.70, y gestionan los intereses de los países que firmaron el tratado.
Los Colombianos necesitan entender la relevancia histórica del actual para campesino.
Necesitan comprender que tienen en sus manos herramientas de difusión, pero sobre todo, acciones individuales de consumo responsable, que pueden luchar contra la injusta repartición de riqueza de su país y que puede beneficiar a las personas que les brindan sus principales alimentos. Para un país con la riqueza ambiental y la enorme biodiversidad que tiene, es un absoluto fracaso el permitir que sus semillas sean controladas y manipuladas por los intereses de multi-nacionales como Monsanto, ampliamente reconocidas por ser enemigas del medio ambiente y de la salud humana. Es un fracaso que las generaciones futuras nunca podrán perdonar.
Acciones Concretas de la ciudadanía para colaborar
1. La ley 9.70 hace parte de todo un grupo de leyes que sirven como estructura de funcionamiento del Tratado de Libre Comercio firmado con los Estados Unidos. Como todas las leyes y todos los tratados, según la legislación Colombiana,
pueden ser demandados si no son convenientes para el pueblo, a quien teóricamente sirven las ramas del poder. Es necesario que del espíritu de las marchas y las redes sociales, se generen grupos de personas que conozcan las leyes Colombianas y en conjunto, elaboren peticiones y demandas que tengan un masivo respaldo popular. Si logran evitar "politizarse", pueden generan un impacto tan grande como aquel generado por la "séptima papeleta" en los años ochenta.
2. El impacto de los Boycotts de consumo y las marchas con formación pedagógica es desconocido en Colombia, pues es un país que fácilmente puede caer en los dogmas políticos y en el interés de los mercados de armas o grupos armados en sí. Existen intereses internos que desean que el paro campesino se salga de las manos para justificar sus políticas de seguridad y retomar lo que llaman, la "mano dura". Acá es donde los ciudadanos pueden ayudarle al campesino, fortaleciendo el espíritu solidario de las marchas a través de actos simbólicos, que como se ha visto en el mundo, tienen más impacto que el vandalismo y el ataque físico a la policía. Quien marcha, y desconoce que la policía está esperando una excusa para ejercer su violencia legítima, es un gran ignorante.
Los actos simbólicos y pacíficos tienen mayor recuerdo e impacto en la conciencia, así que las marchas deben tener una elaboración pedagógica, que afortunadamente hoy en día puede emularse y ejemplificarse en el caso del 15-M y OccupyWallstreet en el reciente año 2011.
Ejemplos prácticos de Boycotts:
- Generación de círculos de consumo responsable e intercambio de bienes, saberes y servicios, fomentando el apoyo a mercados locales y productos campesinos responsables con el medio ambiente.
-.Fomentar el trueque y las jornadas como pueden verse ejemplos en
Villa de Leyva o Bogotá.
-Investigar y difundir listas de productos que utilicen Semillas Terminator u otros productos de las corporaciones que obtienen enormes ganancias del tratado de libre comercio y leyes como la 9.70.
- Disminuir el consumo y fomentar el acceso: Compartir, compartir, compartir!!
- Difusión de información afuera y adentro del país: El mundo entero tiene amplias experiencias en estas situaciones y la difusión de esta información es clave para que llegue a varios Colombianos en el exterior y personas de otros países que estén interesados en generar conciencia y de paso, presión mediática por redes para que el gobierno colombiano tenga que darle la cara al problema.
- Difusión libre de políticas establecidas y de políticos establecidos: La única política debe ser la que promueve la soberanía alimentaria, un eje que toca el paladar de todos los colombianos, independientemente de su origen. Existen varios artículos de opinión en redes y el mismo documental 9.70 de Victoria Solano, con la suficiente fuerza para llegar a muchas más personas que se sienten solidarias pero impotentes.
Como estas, existen muchas acciones individuales y concretas que pueden darle una mano al campesino Colombiano y superar la impotencia y la fugacidad de las marchas. La necesidad urgente está en la forma de organización de estas ideas, y ahí es donde está la posibilidad de que Colombia, se sacuda y comprenda las posibilidades que tienen sus ciudadanos entre manos.
"Y entonces marchamos, nos vimos las caras, acabamos con algunos prejuicios en el intento de romper esa pared invisible de la indiferencia. Descubrimos la belleza de la conciencia colectiva a través de actos simbólicos y proyectados a través del arte y su propósito armonizador. Pero es hora de preguntarnos.... ¿Cómo podemos ahora canalizar tantas buenas intenciones, para comprometernos a realizar acciones individuales que nos trasciendan y conviertan la vida misma en una gran marcha de acciones brillantes?"