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sábado, 16 de junio de 2012

Desde el interior de la Policía y su cruda organización: Relatos de un sobreviviente!

Impresionante relato de un ex miembro de la policía, en una carta a un año de su retiro y que explica los descubrimientos sobre la doble o múltiple moral de la institución de policía y control. Valiente esfuerzo de sinceridad, introspección y rompimiento de la matriz el que hace el autor de este relato y su valor para publicarlo en redes.
 



Estoy de Aniversario! invito a brindar por el ausente ! Bene curris, sed extra vium
(Corres bien, pero por el camino equivocado)

Fue el 15 de Junio de 2011, hace un año exactamente. Desde la solicitud que hice, pasaron al menos tres (3) meses para mi retiro efectivo.

Aunque se piense que la peor batalla y los peores adversarios pude haberlos tenido en la calle, no es así, porque mi peor batalla y creo que hasta el momento, mis más grandes adversarios (no sé si enemigos), los encontré en su interior; siento que allá, libré por sobretodo la cruzada mental más severa y riesgosa de mi breve existencia.

Y es que a punto de aceptar la obediencia ciega, al parecer sólo mis libros se negaron.

Después de la Escuela de Cadetes, fui asignado a la Universidad de la Policía, le dicen así, pues después de trabajar allí, se supone que el Policía tiene suficiente para desempeñarse en cualquier parte del país.

Así es como se denomina a la Policía Metropolitana de Bogotá; allí me asenté en el que, el año inmediatamente anterior había sido el mejor comando operativo de seguridad, el No.1 (COPER1) hoy comando de seguridad ciudadana uno (COSEC1), conformado por las estaciones de Suba, Usaquén, Barrios Unidos, Chapinero y en la que yo estuve, la que fue la mejor estación en ese mismo tiempo, la Estación de Teusaquillo.

¿Podía estar mejor? Seguramente no, salvo en una oficina, cuestión que no me era atractiva, ni solicité, ni lagarteé ni nada. Estaba, o debía estar entre los mejores policías de Colombia, después de los grupos especiales, eso debía de ser orgullo.

Comenzó el año y alguien me comentó que ya tocaba empezar a dar cumplimientos y reportarlos que tocaba adelantarse en la estadística que no solo era delictiva, sino que incluía “resultados positivos” (armas, droga incautada, captura, mercancía recuperada como celulares, etc.…) esa parte se llama operatividad. Ahí recordé mis prácticas de vigilancia, esa tarde cuando encontramos una bolsa mediana de almacén llena de marihuana en el cuarto que nos prestó un oficial y éste nos dijo que eso era para algunos cumplimientos. ¿No se había eliminado ya la estadística de la Policía?

Empecé a comprender lo que se denomina mercancía recuperada con datos de personas que no serán ubicadas e incluso mercancía que no existe, clonada, o que fue simplemente abandonada por inservible, armas decomisadas, ya blancas o de fuego y como misteriosamente -como los estupefacientes- las de fuego son abandonadas y las blancas suman más que los comparendos que se imponen por portarlas (si, se imponen comparendos por ello, ¿no sabía? casi inexistentes). Que casi todo gira en función de que se diga que la Policía si hace algo cuando se habla de cifras se habla de Estadística y por eso para mí desde entonces y más ahora, no todo es verdad y casi todo es mentira.

Me di cuenta de la relación de ello con que algunos Policías (oficiales y no oficiales) pidieran descansos, días libres, horas, entre otros, para rendir, ¡y como rendían cuando había un incentivo de ese tipo¡ también, de aquellos que simplemente evadían cualquier responsabilidad y hacían mal las cosas a propósito para no volver a ser tenidos en cuenta y así dejar que el tiempo correr o ganarse un puesto de oficina por mamera a la calle. Alguno me dijo a uno le pagan por cuanto dure, no por cuanto hace.

Cómo abusar de la autoridad, intentos de cargar personas, el desdén por el habitante de la calle, que se usa como comodín para mostrar cifras, mostrar un capturado baja la presión de los medios o quita la atención de otros asuntos, así como mostrar cualquier pequeña cosa que se haga.

El mando ha degenerado a tal punto que significa lo mismo que abuso; quienes lo ostentan y cuentan con antigüedad, pueden dar cuenta de que ese uniforme se ha usado para trasgredir la ley, para aprovechar los bienes destinados a la seguridad en otros asuntos especialmente personales y ello mientras estuve fue pan de cada día, la ausencia de valor a la confianza que el pueblo deposita, a pisar y degradar al subalterno, a detentar el monopolio de la fuerza, nula o ninguna idea de la representación del grado, de todo aquello que pudiera representar lo castrense, la embriaguez del reconocimiento.

Cuando reclamé en Derecho, la respuesta fue que la Policía no puede estar completamente sometida a la ley, supongo que menos aún los oficiales.

El funcionario es dado a gozar y regodearse de escándalos privados con terceros (legales y no tan legales) que conocen de esa sed de vanidad y de mostrar que tiene éste. Ese mismo funcionario pasa a sorprenderse y rechazar enérgicamente la misma conducta cuando otro es descubierto y puesto en picota por los medios (de lo contrario incluso se envidia dicha conducta y los escándalos de los oficiales son mucho más privados).

Con cumplimientos formidables en el papel, se descuida al ciudadano pero se mantiene el sello de calidad. La cultura de la legalidad es otra máscara del monstruo.

Vi como se saciaban con medios de comunicación asumiendo como propios los logros de otros y evadiendo cualquier responsabilidad en los fracasos, ahí los subalternos son los primeros llamados a la facultad discrecional de retiro por parte del Director, lo primero es dejar tres negativas en el folio de vida del subalterno, por si acaso.

Si son logros y no se descubre cuántos de ellos son falsos, se va ganando, una mentira lleva a otra y más obteniendo beneficios y reconocimiento… mi sueño no volvió a ser el mismo, las horas de sueño que se me permitía, pensaba interminablemente en a cuantos se había engañado, cuantos idiotas útiles repetían y aún han de repetir lo mismo una y otra vez.

¿¡De qué se sentía orgullosa mi familia!?, los barrios que protegía hacían reclamos y yo tenía que defender a mis comandantes, mostrar los beneficios de la Policía en asuntos en los que yo sabía que se había tomado decisiones contrarias a la seguridad de mis ciudadanos, como aquella de ordenar retirar mi personal de los puntos donde debían estar, sin que yo pudiera hacer nada, ni siquiera prestar yo mismo la vigilancia porque alguien había tomado mi vehículo para transportar a su esposa, o aquellas en las que a mí mismo me desplazaban de las zonas que debían estar en mi custodia.

Tuve oportunidad de hablar con un General que me dijo necesitamos abogados aquí espere lo pedimos, en una dirección de gran renombre allá adentro ¿sería diferente allí? No sabía pero ¿por qué sería diferente si la Policía es una sola?… ese filósofo volvía a mí, diciéndome que en la lucha contra el monstruo debía procurar no convertirme en el monstruo que combatía… lo que prometí cuando me gradué como Oficial hoy sigue íntegro. No podía simplemente darle la espalda al problema, ubicarme bien y simplemente olvidar lo vivido, mi familia no es así, yo no soy así… seguir allá adentro y ver la cara de mis superiores me provocaba náuseas, todos saben lo que hacen, donde lo hacen y como lo hacen, también saben por qué lo hacen.

Y todavía me altera recordar esa vez que un mayor me dijo, relajado, fresco, como si fuera algo común lo que usted sabe de Derecho es para la Policía, no para la comunidad… me estaba ahogando en el sistema, en la ignorancia, en la mediocridad, en el silencio, en la aceptación de lo inaceptable. ¿Voltear mi cara y negar lo evidente? No mi mayor, con todo respeto, se equivoca le dije.

Una noche, aproximadamente 3 meses antes del 15 de julio de 2011 tomé la decisión, no sabía a qué parte ir, no sabía cuánto iba a demorar, no tenía ahorros, no sabía las consecuencias de que los mandos lo supieran, no sabía en qué iba a trabajar, ni que iba a salir a hacer, sentía que de mi profesión ya no sabía nada y sin embargo fui a la Policía Metropolitana de Bogotá en la avenida caracas con sexta, convencido de retirarme.

Al menos menos tres meses antes del 15 de junio de 2011, decidí ir hasta las últimas consecuencias con mi decisión.

Mis reclamos habían comenzado a generar por un lado ofrecimientos atractivos y por otro lado represalias más fuertes, los comandantes lo sabían y los mandos medios se encargaban. Órdenes vengativas, procedimientos extraños, situaciones que hasta al más incauto llamarían la atención. Fallaron al pensar en que habría un error de procedimiento por cansancio (cuando amas lo que haces no te cansas) y por lo menos bajo mi mando hice lo imposible para no mostrar resultados inexistentes.

El hecho de que yo permaneciera en ese mando, no solo de mis subalternos directos sino de todo el personal que Vigilaba en Teusaquillo, lo que para unos era castigo, fue para mí la oportunidad de formar y de intentar hacer que mis hombres hicieran las cosas correctamente y por la ciudadanía, no por reconocimientos, premios o beneficios, sino por convicción y entrega total.

Debo agradecer a muchos de mis hombres que me guiaron, que estuvieron a mi lado y me protegieron en esos procedimientos, a sabiendas incluso de que yo podía convertirme en su verdugo pues me oponía a toda actuación dudosa, que yo hacía hasta lo imposible para que no realizaran amenazándolos con acciones judiciales incluso.

Mi consciencia no estaba tranquila y muchos me decían que esperara mi momento que todo llegaba con el tiempo y que entonces podría hacer el cambio, como hizo Naranjo. Después de leer esto puede preguntarse ¿Naranjo cambió la Policía? Puedo ser testigo de que lo intentó al menos en el papel y de que algunos Policías de los que conocí, quieren mantenerse buenos.

Desafortunadamente los mandos medios no tienen madurez intelectual ni castrense suficiente para decir que se cuenta con la mejor Policía del mundo (aunque si uno se pone a comparar…).

Como humano debo aceptar que exigí a todo interlocutor mío, sin importar rango, influencias o lo que fuera, lo mínimo que yo mismo me exigía, física, psicológica e intelectualmente.

Cuando yo llegue a ¿? ¿a qué?, un futuro incierto, mientras tanto bajar el perfil y hacer como si nada ¡me va mejor si no hago nada!… algo en mi me reclamaba no dejar de ser escuchado y es que cuando llegase ese momento de seguro estaría hasta el cuello imbuido, pensando en la asignación para la casa, en la pensión, en mis hijos, seguramente ya tendría otros compromisos voluntarios y no tan voluntarios (cola) y no querría represalias… no era una locura pensar a mi familia junto a mí trasladándonos desde Bogotá a vivir a putumayo, en el futuro ¿debía sacar yo a mis hijos de su colegio, retirar a mi esposa de su ámbito social sólo para cumplir una orden de traslado de un mando que sin mediar justificación alguna así lo quiso?, tenía yo que ofrecerme a alguien más antiguo para que me protegiera de lo que todos sabían era injusto, ¿a qué precio sería eso? .

Después de cierto tiempo se pierde más cuando uno se sale de la Policía que quedándose (pero si se queda, usted ya sabe).

“(…) {f}ui una parte del sistema que tenía que intervenir y al que utilizaban engañosamente. Fue una noche muy oscura para el alma. Después de todo lo que aprendí a hacer (…)(…) descubrí que no estaba trabajando para una institución sagrada. Sino para una totalmente concentrada en protegerse a sí misma (…) ” (Patrick J. Wall. Elegido por el Vaticano para hacer cumplir las directrices del decreto Crimen sollicitationis en su diócesis de Minnesotta http://www.protegeatushijos.org/inicio/2012/4/2/benedicto-xvi-firmo-documento-que-protege-a-los-sacerdotes-q.html.). Palabras que no fueron mías, ni hacen relación a la Policía, pero que dan cuenta de que quien pregona ser bueno a los cuatro vientos, para permanecer bueno a veces (¿o las más de las veces?) se permite hacer cosas malas… eso es repulsivo, doble moral, cinismo que todos conocen.

Si usted es bueno, sea consecuente y haga cosas buenas, no aproveche que hace cosas buenas para hacer algunas malas.

El día 15 de junio de 2011, cuando recibí la aceptación de mi retiro lloré porque como dijo Calderón de la Barca, la vida es sueño y los sueños, sueños son.

Si ese sueño no podía hacerse realidad, no iba a permanecer en la mentira.

A 15 de junio de 2012 un año después de volver a mí, valoro profundamente poderme expresar libre, decir lo que pienso no tiene precio… mi frente sigue en alto y en cambio agradezco a esa experiencia haberme quitado la carga que me inclinaba a la derecha, aquella que hacía oídos sordos a las aisladas voces en las calles y en los campos que no piden que las Instituciones actúen a su favor sino que al menos lo hagan con justicia.

Volvió mi paz interior, siento que mi consciencia lo agradece aunque me dice que el trabajo no está completo, me mantendré en la misma posición, llegue el agua hasta donde llegue como alguna vez dije a los que fueran mis subalternos.Todavía hay mucho por decir

De ahí que mi reclamación, mi resistencia como civil no es en contra de la Institucionalidad, sino contra los que están en ellas, los que las dañan, los que las pudren, aquellos que merecerían todo el peso de la ley pero que no los castiga porque están sobre ella o son ellos quienes las hacen y mantienen el ciclo de poder para su beneficio.
Agradezco a mis padres, a mi familia y a mis amigos, uniformados y no uniformados, sólo ellos saben cuánto se los agradezco.

Ellos a su manera me dijeron “corres bien, pero por el camino equivocado”.

II.

Pd: 1. ¿Alguien se acuerda de Diego Felipe Becerra? ¿Sabe usted dónde está la cadena de mando del Patrullero investigado?

2. Hay un libro previo a mi escrito de aniversario; es la experiencia desde el punto de vista de un oficial no profesional… La doble moral
http://www.fileden.com/files/2011/1/14/3059268/My%20Documents/Libro%20La%20Doble%20Moral%20en%20la%20Policia.pdf


D. Carrillo

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