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viernes, 21 de agosto de 2009

La privatización de los servicios públicos y el valor que todos pagamos


Articulo del senador Robledo sobre la discusion de las tarifas de los servicios publicos, para resaltar el ultimo parrafo:

A mí me preguntan, senador Robledo, usted por qué discute tanto. Bueno, porque tengo un problema y es que medio entiendo cómo funcionan las cosas y sé que el país está en un callejón sin salida, es inviable y lo están gobernando para que sea inviable. Y a la gente mientras tanto le tiran un carné del Sisben, un tamal, unas familias en acción para acostumbrarla a eso que llaman los filósofos la servidumbre voluntaria. A la gente es tanto lo que le lavan el cerebro, que termina aplaudiendo morirse del hambre. Estoy seguro de que las tarjetas prepago las van a repartir en medio de fiestas, hasta allá llega la alienación a la que someten a los colombianos. No demora en salir una foto de una señora con una tarjeta prepago diciendo estoy feliz, adoro al alcalde de Medellín.


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CON LA PRIVATIZACIÓN, HAN SIDO ESCANDALOSAS LAS ALZAS EN LAS TARIFAS DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS

Intervención del senador Jorge Enrique Robledo en el debate sobre tarifas de los servicios públicos al ministro de Minas y Energía, al presidente de la CREG y a la superintendente de Servicios Públicos , Comisión Quinta del Senado, 11 de agosto de 2009.


Alzas escandalosas en las tarifas. La gente come menos, se viste menos, atiende menos sus enfermedades, para poder pagar los servicios. El prepago en los servicios públicos, un sistema inicuo. Montaron la privatización con el cuento de que iban a bajar las tarifas. La solución es estatizar. Las fórmulas enredadas de la CREG. Los tributos que se obliga a pagar a los estratos 5 y 6. El capital extranjero viene por todo.

Alguien decía aquí hace un rato que algo debería quedar de este debate. Lo primero que quiero dejar claro es que las tarifas de los servicios públicos han sufrido incrementos escandalosos. La gente no está loca cuando protesta o se queja y alega. Luego sería el colmo que dejáramos pasar por alto esta realidad. Aquí hacen unos cortes de tiempo a conveniencia a ver cómo cuadran la curva para que desaparezca el alza, pero no, son las cifras las que definen el asunto. Y aun cuando ustedes no brindan las cifras como debieran y en Colombia es un lío conseguir cifras –suelo decirlo: casi hay que someter a tortura a los altos funcionarios para que las den a conocer, una de las prácticas más detestables de este gobierno–, algo logra saberse.

Alzas escandalosas

Les voy a aportar unas cifras para darles la idea de que sí han subido las tarifas de los servicios públicos y que los colombianos en sus casas no están locos cuando se quejan ni estamos tampoco locos los senadores cuando lo denunciamos. Voy a partir del año 1991. ¿Y por qué amplío el lapso? Pues porque aquí todo obedece a una política determinada que se estableció desde hace rato para producir un cambio estructural en los servicios públicos, cambio estructural que, aun cuando en esos días nos lo vendieron con el cuento de que iban a bajar las tarifas y que todo iba a ser felicidad, estaba armado para subirlas. Entonces nos toca analizar el asunto desde la Ley 142 de 1994, e incluso un poco antes.

Bogotá: de 1991 a marzo de 2009, para el estrato uno, incrementos del kilowatio de energía eléctrica del 48%; estrato dos, 25%; estrato tres, 76%, los anteriores aumentos en valores reales, porque si fueran nominales, serían para el estrato uno de 1.077 por ciento y para el estrato dos de 895%. ¿Qué quiere decir reales? Que se descuenta la inflación, y si suponemos que a la gente no le subió el salario en ese mismo porcentaje (como efectivamente no le subió), concluimos que la gente está comiendo menos, vistiéndose menos, curándose menos de sus enfermedades, recreándose menos, educándose menos, para poder pagar estas altas tarifas.

Veamos el caso del agua entre 1995 y 2007. Bogotá: para el estrato dos, 100% de incremento. Medellín: 835%, en valores reales; Barranquilla, 391; Bucaramanga. 1.218; Cartagena, 194. La población protesta con razón, porque está padeciendo incrementos descomunales. Y hay cifras que muestran que hoy el gasto en servicios públicos ocupa más que antes. En resumen, la gente come menos, se viste menos, se recrea menos, para poder pagar las tarifas de los servicios públicos. Tengo un dato aquí del Dane –en general yo solo uso cifras oficiales–, energía eléctrica: en 1993, la tarifa ocupaba 9,5% del total del ingreso, y ya era mucho, ¿no? Casi la décima parte. Bueno, en el 2003 el porcentaje llegó al 13,8, un incremento del 50%. Una barbaridad. Si a eso le sumamos acueducto, teléfono, gas, etcétera, estamos hablando de unos incrementos escandalosos en las tarifas.

El prepago, un sistema inicuo

Hay un hecho que me perturba especialmente, y son las soluciones que se ofrecen. No puedo estar de acuerdo con la solución de banquero del prepago para los servicios públicos. Me parece un sistema inicuo. Voy a decir con toda franqueza que a los gerentes de las empresas de servicios públicos les va a terminar cabiendo lo que se afirma sobre los banqueros: que puede que pierdan el alma, pero plata no pierden. Esto es horrible, ¿qué quiere decir el prepago en tarifas de servicios públicos? Que una persona va a tener luz en su casa (por ejemplo) apenas una parte del mes o una parte del día. O sea, que no va a tener pleno servicio de energía.

Suben y suben las tarifas, los ingresos de la gente no suben y en muchos casos disminuyen, y la solución al problema no es ver cómo se bajan las tarifas y cómo se aumentan los ingresos, sino es darle un trato tecnológico y hacer que los colombianos, o solo tengan dos horas de energía al día, o quince días al mes. Esto a mí parece desalmado, se lo digo a ustedes con franqueza. Es el tipo de cosas que irritan al país porque, por supuesto, a lo que apuntan es a resolver el problema, ¿de quién?, de las empresas. Claro, para las empresas es buenísimo. Ya no van a tener cartera y harán además operaciones de capital financiero vendiendo la energía prepago, como hacen los de la telefonía celular. En la práctica, en dos palabras, van a hacer más ejercicios financieros para aumentar sus utilidades. A mí el sistema me parece realmente vergonzoso. Y si lo hacen en Sudáfrica, no me sorprende, porque propiamente Sudáfrica no es un país que uno pueda poner como ejemplo para nada. Es uno de los países más horribles del mundo, socialmente hablando, aun cuando el territorio sea una belleza.

¿De dónde salió todo esto? Toda esta política tiene origen –yo lo he explicado varias veces, y habrá que seguir explicándolo siempre– en la privatización de las empresas de servicios públicos. Nos la montaron con el cuento de que se iba a acabar la corrupción, que ahora iban a bajar las tarifas, que todo iba a ser de maravilla. Y miren los incrementos en las tarifas. Y entonces nos dicen, “pues sí, pero hay energía”. Y yo pregunto: ¿para estos del prepago hay energía? Y pregunto también: ¿es sensata una política en que la gente come menos para pagar las tarifas de los servicios públicos, vive menos, porque no tiene con que comprar sus remedios y se muere más joven, porque no tiene con qué pagar las tarifas de los servicios públicos? Luego a mí no me vengan con el cuento sofístico de que los servicios públicos más caros son los que no se tienen. No, los más caros son los más caros. Los más caros son los que hay que pagar más caros. Y hay otras maneras de resolver el problema y aquí entro al detalle.

La solución es estatizar

Si una empresa de servicios públicos es del Estado, este puede manejarla de tres maneras diferentes. O utilizarla como lo hace el privado para hacer ganancias exorbitantes, porque es un monopolio clásico, e incluso el de la generación también es de tipo oligopolio. Entonces puede el Estado utilizar la empresa para disparar las tarifas y esquilmar a todo el mundo, como se hace actualmente en la era de las privatizaciones. En el otro extremo, podría el Estado conseguir recursos y vender la energía o el agua a menos del costo de producción y subsidiar abiertamente a los usuarios. Esa sería otra posibilidad. Se vende por menos de lo que cuesta y, mediante otros recursos, el Estado subsidia, y punto. Y hay una tercera opción, y es que el Estado cobre el costo del servicio más la ampliación de las redes, y no obtenga una utilidad, digamos, en el sentido de sacar plata de allí para otros sectores, como se hace en el negocio privado.

Aquí se optó por la privatización, o no, no se optó, porque aquí el gobierno no inventa nada. Los que impusieron la política fueron el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, los mismos que van a poner las bases militares gringas –y supongo que terminarán utilizando las bases también para cobrar las tarifas de energía y agua–. Y lo que tenemos es que los inversionistas privados y el capital financiero y todos los que entran en el negocio están haciendo ganancias a mi juicio exorbitantes. Y hay una inmensa corrupción, digámoslo también con franqueza, para garantizar esas utilidades, que no deberían existir, porque el agua y la luz deben prestarse no como un vulgar negocio, sino como un servicio público y como un derecho. Estamos hablando de agua, estamos hablando de energía eléctrica, a los que uno no puede renunciar sin sufrir unas carencias descomunales. Aquí con mucha facilidad se dice que la solución son las tarjetas prepago. Pero estudien el calibre de la carencia que se sufre con eso. Aquí alguien dijo: es que la gente prefiere dejar de comer antes que no pagarle a EPM, cosa que es cierta y me parece dramático. ¿Qué es lo que prueba? Que perder los servicios públicos genera una tortura sobre la gente. Y la gente prefiere dejar de comer, enfermarse, morirse más joven, con tal de tener la energía o tener el agua, tan absolutamente necesarias. Y el gobierno aprovecha eso en la lógica de la privatización, en contra de los ciudadanos.

Se da también una continua persecución contra los trabajadores, también hay que decirlo con franqueza. Cada paso que dan estas empresas es persiguiendo a los trabajadores, destruyendo los sindicatos, imponiendo sistemas de subcontratación, haciendo despidos masivos, negando los derechos. Se trata de una lógica de monopolios y oligopolios y son los únicos que tienen derecho a quedarse absolutamente con todo.

Las fórmulas enredadas de la CREG

El tema que voy a analizar ya se ha mencionado aquí, y sobre él quisiera que los senadores de la Comisión Quinta intentáramos hacer un acuerdo. Es intentar desentrañar cómo son las tarifas de las Comisiones de Regulación. Tienen toda la razón los senadores, son absolutamente raras. Estoy seguro de que si al ministro de Minas le pedimos que coja papel y lápiz y nos explique las fórmulas, no es capaz. (El ministro replica: yo soy capaz). No, estoy seguro de que no. Mire cómo le quedó de mal explicada la del alcohol carburante, ministro. Con la del alcohol carburante no pudo y con estas tampoco, estoy seguro, porque están calculadas para producir unos enredos descomunales. Esa es mi impresión, usted tendrá otra. En todo caso se calculan de una manera enredada para que el común de la gente no entienda. El doctor Martínez, que es de un nivel superior, sí entiende. Pero el común de la gente no.

Hay incluso otro hecho que a mí me parece muy grave. Aquí nos acaban de decir que las utilidades que se calculan con las fórmulas de las tarifas son del 9 y el 11 por ciento, después de impuestos. Yo lamento, pero eso no lo puedo creer. No lo puedo creer, como no lo pudo creer tampoco el senador Vélez, que es amigo del gobierno. Por la simple razón de que así no viene el capital extranjero. Usted no puede decirme a mí que si la tasa de ganancia de aquí es la misma de allá, se vienen los inversionistas. No. Si vienen a Colombia es porque ganan más aquí que allá. O usted nos está dando la información recortada y es una verdad a medias. ¿Sí pagan 33% de renta? Yo sí sé que no pagan 33 por ciento de renta, y ese es el tipo de trucos. Y es ahí donde esquilman a los colombianos, y es ahí donde los golpean. Porque las cuentas las hacen con unos costos nominales que no son ciertos. ¿Cómo así que 33% de renta? Díganme aquí qué monopolios, qué trasnacionales pagan 33% de renta. Denme un solo nombre. Pero no se haga el loco, doctor, no me haga caras, porque usted sabe cómo es eso. Y usted y la Comisión deberían calcular la tasa de ganancia de esas empresas asumiendo los costos reales de la renta. ¿Cómo así? Aquí tenemos rentas del 9% reales en las zonas francas por ejemplo, y ustedes hacen las cuentas como si fueran del 33%. Al país no lo pueden tratar así, porque esto lo paga la gente con sufrimientos: sin agua, con las tarifas prepago. Este es el tipo de cosas que son un horror en este país. La ficción matemática para justificar ganancias exorbitantes y atropellos inmensos a costa de los pobres y de la gente que está sufriendo. ¿A cómo se va la tasa de ganancia de una empresa que tiene tasa nominal de 10, 11 ó 12 por ciento, cuando la renta se baja del 33 al 9 por ciento? Si es que no le baja más, porque por solo dos conceptos le baja del 33 al 9. Es un punto crucial en esta discusión. Es que aquí con mucha alegría se habla de todos menos del sufrimiento de la gente. Y a la gente que se está muriendo de hambre y que no tiene luz la despachan con el cuento de que podría ser peor. Sí, todo puede ser peor, pero se supone que estamos intentando gobernar para que la situación mejore, no para que sea menos mala. Y hay que trabajar con seriedad estos temas.

Me parece el colmo, repito, que se falseen las cifras de esta manera para ocultar que se producen utilidades escandalosas, astronómicas, de mafioso, en contra de los intereses de la gente y de los colombianos. Y cuando es un empresario del montón, que no es un monopolio o una trasnacional, ese sí paga renta del 33%. ¡Y ay de que no la pague!

¡Y ese negocito financiero que montaron con los electrodomésticos dizque para ayudarle a la gente! Para ayudarle a la gente no, para enredarla. ¿Y cuál es la tasa de interés de esas operaciones financieras de esos televisores, de esos electrodomésticos que le embuten a la gente con las tarifas de los servicios públicos? Esa no la incluyen tampoco en la ganancia de la empresa.

Los tributos en los estratos 5 y 6

Hay otro asunto que hay que mirar, y es que parte del problema consiste en que el Estado no subsidia como debiera a los pobres de Colombia. Subsidia a los monopolios y a las trasnacionales, pero a los pobres de Colombia no. Aquí dieron las cifras. El subsidio del Estado es bien pequeño, y el subsidio grande, que tampoco es suficiente, lo pagan los estratos 5 y 6.

Entonces aquí voy hacer otro debate. Estrato 5 y 6, me dice a mí el gobierno, son 445 mil colombianos, y alguien dirá: los ricos de Colombia. Y yo replico, si esos son los ricos de Colombia, entonces por qué el impuesto de guerra no lo pagan sino 7 mil. Estos sí son los verdaderos ricos de Colombia. Les han metido el cuento a los colombianos de que los de estratos 5 y 6 son unos magnates, unos potentados, dignos de sufrir todo tipo de palera, la que les quieran meter. Y resulta que todos los que estamos más o menos informados sabemos que los estratos 5 y 6 están llenos de gente que a duras penas sobrevive. Son 445 mil, y les clavan un impuesto del 20 por ciento para subsidiar a los estratos 1, 2 y 3. Eso es escandaloso, un gravamen confiscatorio. Cómo así que a un monopolio le bajan la renta del 33 al 9%, y al ciudadano Pedro Pérez, porque tiene un apartamento cualquiera, una casa cualquiera, que es de estrato 5, le clavan en las tarifas de servicios públicos, que es un bien esencial, necesarísimo, 20% de impuesto para que el gobierno haga demagogia con esos dineros subsidiando a unos cuantos pobres o haciéndoles un poco menos grave la vida.

Este es otro debate que está por hacerse. ¿Quién paga los impuestos, cómo es esto? ¿No dice la Constitución que los impuestos deben ser progresivos? Y yo pregunto, ¿cómo es progresiva una estructura tributaria que de entrada les impone el mismo 20 por ciento a todas estas 445 mil personas? ¿Por qué es progresivo, en qué consiste la progresividad? ¿Ahí no hay apartamentos de dos mil o tres mil millones de pesos y otros de cien millones de pesos? Claro que lo saben, todos lo sabemos. Y sin embargo, les cobran a todos el mismo 20%. ¿Y cómo compagina esto con que a la trasnacional, y estamos hablando ya ni de los ricos de Colombia sino de los ricos del mundo, se le baja la renta del 33 al 9 por ciento?

Entonces, no es que el país no tenga arreglo. Es que no se les da la gana de arreglarlo, porque es un país que para dos o tres gatos gordos funciona a las mil maravillas. Les digo con franqueza, si yo fuera dueño de una trasnacional, hace rato habría aterrizado en Colombia. Porque este sí es el negocio de la vida. Aquí consiguen lo que no consiguen allá, por eso es que vienen. Este es el problema de su teoría, doctor, cuando usted dice “que es la tasa de ganancia de allá y se vienen aquí”. No, nadie se va de un país a otro por la misma tasa de ganancia. Mejor dicho, nadie se va ni siquiera de Socorro a San Gil a ganarse lo mismo. El capital busca la ganancia, eso todos lo sabemos.

El capital extranjero viene por todo

Y por último, decir otra cosa más, que no es menos grave que todo lo mencionado anteriormente. Estas empresas de servicios públicos van a terminar en manos del capital extranjero. Ya son muchas las que están ahí, pero van a terminar todas. Es una especie de destino trágico. Y por eso, incluso a las que son del Estado u oficiales como EPM las han puesto a operar con ganancias de lógica monopólica de trasnacionales, para poder volverlas atractivas al inversionista privado y al capital extranjero. Tenemos casos como el de EPM que son dolorosísimos. EPM es una buena prueba de que no es verdad que todo lo estatal funcione mal, el gran alegato que nos hicieron hace veinte años. Que todo lo estatal funcionaba mal, y resulta que fue la empresa del siglo XX en Colombia. Pero miren lo que vienen haciendo con EPM. Entonces, le están imponiendo funcionar con la estructura tarifaria que le ordena la Ley 142. Ustedes los de las comisiones saben que es verdad. La Ley 142 ordena ganancias de monopolio para todas estas empresas. Dice la ley, ganancias de una actividad equiparable, o sea, ganancias de monopolio. ¡Lo ordena! A mí no se me olvida que aquí el anterior ministro de Minas, el doctor Mejía, cuando alguien dijo bajemos las tarifas de EPM, lo amenazó con echarle la ley encima, porque no se podía. Había que ponerla lo más alta que se pudiera.

Con eso se hace politiquería en Medellín. Este y el anterior alcalde hacen parquecitos y cosas que les quedan bonitas, no lo voy a negar. Pero la pregunta es: ¿eso no lo pagan los de los estratos 1 y 2, y 3, los que se están muriendo de hambre, a esos que les van a poner tarifas prepago? Las obras de ornato se terminan pagando con la energía que no consumen en cierto sentido los de la tarjeta prepago, o con lo poco que pagan.

Y volvamos sobre lo de la tarjeta prepago. Me lo explicaba un ama de casa en Manizales. Me decía, senador: aquí ahorramos en beneficio del alza de la tarifa. Mientras más ahorramos consumo, más pueden subirnos la tarifa. Mientras menos kilowatios gastamos, más caro nos pueden vender el kilowatio. Mientras menos metros cúbicos de agua usamos, más caro nos venden el metro cúbico. Es algo absolutamente perverso lo que están haciendo contra un poco de pobres que no tienen la información suficiente, porque si la tuvieran, senador Reyes, otro gallo cantaría. Estoy seguro de que nadie estaría por reelegir al doctor Álvaro Uribe. Porque esto es lo que tenemos, esta es la realidad. No se la inventó, pero es en lo que estamos.

El capital financiero está cogiendo las utilidades y las está exportando. El sudor y las lágrimas de nuestro pueblo y de las capas medias los coge el capital extranjero y los exporta a Alemania, Francia, Estados Unidos, a generar progreso allá y aquí nos quedamos con los sufrimientos y los problemas. Así, el país no es viable. Cómo es posible, y ustedes son economistas, que un país pierda sus principales fuentes de acumulación de capital. Un país donde en general ningún negocio funciona, porque la estructura económica no lo deja funcionar. Tenemos aquí las principales fuentes de acumulación de riqueza, ya está el mercado creado, todo está resuelto, no tienen voladero, no hay para dónde irse. Pero al capital extranjero le disparan las tarifas al infinito y además con esas utilidades y no le cobran impuestos, y eso se lo llevan para el extranjero y ni siquiera se les cobra una tasa por exportación de utilidades, como sí se les cobraba antes. El país así es cada vez más inviable.

A mí me preguntan, senador Robledo, usted por qué discute tanto. Bueno, porque tengo un problema y es que medio entiendo cómo funcionan las cosas y sé que el país está en un callejón sin salida, es inviable y lo están gobernando para que sea inviable. Y a la gente mientras tanto le tiran un carné del Sisben, un tamal, unas familias en acción para acostumbrarla a eso que llaman los filósofos la servidumbre voluntaria. A la gente es tanto lo que le lavan el cerebro, que termina aplaudiendo morirse del hambre. Estoy seguro de que las tarjetas prepago las van a repartir en medio de fiestas, hasta allá llega la alienación a la que someten a los colombianos. No demora en salir una foto de una señora con una tarjeta prepago diciendo estoy feliz, adoro al alcalde de Medellín.

¡Que país el que estamos construyendo!

Para ver la intervención del senador Robledo sobre las tarifas de los servicios públicos ingrese a los siguientes links:

Primera parte: http://www.ustream.tv/recorded/1966838 Segunda parte: http://www.ustream.tv/recorded/1966861

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