Escrito por Santiago Montenegro para ElEspectador.com. En la década de los sesenta, su movimiento estudiantil estremeció al mundo y varios de sus líderes, como Daniel Cohn-Bendit y Rudi Dutschke, se convirtieron en símbolos de lo que pasó a la historia como Mayo del 68. En la década de los setenta, el primer movimiento ecológico en llegar a tener una gran prominencia nacional fue el Partido Verde, creado como una férrea oposición a la energía nuclear y por la preservación del medio ambiente, por el pacifismo y la democracia participativa. Gracias al éxito de los verdes alemanes, se crearon partidos y movimiento verdes o ecológicos en todo el mundo, o se forzó al ‘enverdecimiento’ de partidos tradicionales, como el mismo partido socialista, el SPD. Y, después de la catástrofe de Fukushima, los partidos de la actual coalición de centroderecha tomaron la decisión de acabar con la energía nuclear.
Más recientemente, el gran remezón político lo está causando el Partido Pirata, una organización que tiene como programa el uso abierto, gratuito e irrestricto de la internet y que apuesta por una democracia más transparente y participativa, así como la legalización de las drogas. Fundado en 2006, dieron su primera prueba de fuerza en las elecciones generales de 2009, cuando alcanzaron casi un 4% del total del país.
Luego, en septiembre de 2011, lograron un 9% de Berlín, entrando a su Parlamento. En marzo de este año entraron al parlamento del Saarland con un 7,4% de los votos, y hace un par de semanas dieron una muestra más de su consolidación al haber logrado un 8,2% del electorado de Schleswig-Holstein. Cuando se publique esta columna, habrán entrado al Parlamento de Renania del Norte-Westfalia.
Estos partidos están representando mejor las aspiraciones de las nuevas generaciones en torno a temas y problemas contemporáneos, y no con base en la lucha de clases de los viejos partidos de izquierda, de inspiración marxista. En particular, el Partido Pirata parece haber tocado una fibra muy importante con las generaciones que han crecido con la internet. Pero, mucho más allá de reivindicar el uso libre e ilimitado de la red, este partido plantea políticas de transparencia para el Estado y clama por una democracia más directa en un ágora virtual en la cual puedan participar todos los ciudadanos en las grandes decisiones públicas.
Según otros, las nuevas tecnologías de la información están abriendo espacios y medios para reivindicar una nueva filosofía política que combina el liberalismo con el socialismo, un sueño siempre añorado por muchos pensadores y políticos.
Consistente con las modernas ideas gerenciales de la innovación disruptiva, estos movimientos renuevan la política y precipitan su destrucción creativa con nuevas ideas y personas. Aunque entre nosotros la política ha sido siempre más de personalidades, de acceso al presupuesto nacional y de redes clientelistas, y no tanto de ideas y programas, tenemos que prestarle mucha atención a estos fenómenos. Porque siempre he creído que, tarde o temprano, con las nuevas tecnologías el sector público se verá forzado a incorporar los sistemas de minería de datos que ya utiliza el sector privado, y, por esta vía, para muchos utópica, quizá erradiquemos para siempre la opacidad, el clientelismo y la politiquería.
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