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sábado, 6 de marzo de 2010

El rey y sus cuatro esposas

Pintura en Pared: Kizil, caverna 205 - El Rey y la Esposa - Siglo  6o de la Era Cristiana. Se encuentra ahora en Berlín
"Había una vez un rey que tenía cuatro esposas.
Él amaba a su cuarta esposa más que a las demás y la adornaba con ricas vestiduras y la complacía con las delicadezas mas finas.
Solo le daba lo mejor.
También amaba mucho a su tercera esposa y siempre la exhibía en los reinos vecinos.
Sin embargo, temía que algún día ella se fuera con otro.
También amaba a su segunda esposa. Ella era su confidente y siempre se mostraba bondadosa, considerada y paciente con él. Cada vez que el rey tenía un problema, confiaba en ella para ayudarle a salir de los tiempos difíciles.
La primera esposa del rey era una compañera muy leal y había hecho grandes contribuciones para mantener tanto la riqueza como el reino del monarca.
Sin embargo, él no amaba a su primera esposa y aunque ella le amaba profundamente, apenas se fijaba en ella.
Un día el rey enfermó y se dio cuenta de que le quedaba poco tiempo. Pensó acerca de su vida de lujo y caviló:
“Ahora tengo cuatro esposas conmigo pero, cuando muera estaré solo”.
Así que le pregunto a su cuarta esposa: Te he amado más que a las demás, te he dotado con las mejores vestimentas y te he cuidado con esmero. Ahora que estoy muriendo, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?
¡Ni pensarlo! Contesto la cuarta esposa y se alejo sin decir más palabras.
Su respuesta penetró en su corazón como un cuchillo filoso.
El entristecido monarca le pregunto a su tercera esposa: Te he amado toda mi vida. Ahora que estoy muriendo, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?
¡No! Contesto su tercera esposa. ¡La vida es demasiado buena! Cuando mueras pienso volverme a casar.
Su corazón experimento una fuerte sacudida y se puso frió.
Entonces pregunto a su segunda esposa: “Siempre he venido a ti por ayuda y siempre has estado allí para mí”. Cuando muera, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?
¡Lo siento, no puedo ayudarte esta vez! Contesto la segunda esposa. “Lo más que puedo hacer por ti es enterrarte”.
Su respuesta vino como un relámpago estruendoso que devastó al rey.
Entonces escuchó una voz: “Me iré contigo y te seguiré dondequiera tu vayas”. El rey dirigió la mirada en dirección de la voz y allí estaba su primera esposa. Se veía tan delgaducha, sufría de desnutrición.
Profundamente afectado y arrepentido, el monarca dijo: "¡Debí haberte atendido mejor cuando tuve la oportunidad de hacerlo!"
En realidad todos tenemos cuatro esposas en nuestras vidas.
Nuestra cuarta esposa es nuestro cuerpo.
No importa cuanto tiempo y esfuerzo invirtamos en hacerlo lucir bien, nos dejara cuando muramos.
Nuestra tercera esposa son nuestras posesiones, condición social y riquezas.
Cuando muramos, irán a pertenecer a otros.
Nuestra segunda esposa es nuestra familia y amigos.
No importa cuanto nos hayan sido de apoyo a nosotros aquí, lo más que podrán hacer es acompañarnos hasta el sepulcro.
Y nuestra primera esposa o 'esposo' diríamos, es nuestro ESPIRITU, frecuentemente ignorado en la búsqueda.
Sin embargo, nuestro ESPIRITU es el único que nos acompañará dondequiera que vayamos. ¡Así que cultívalo, fortalécelo y cuídalo aquí y ahora!
Es el mayor y más sublime regalo que puedes ofrecerle al mundo."

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